Fábula para treintañeros en los jardines de Quilmes
Nadie diría que el violento "Mataperros" de su ópera prima iba a dar paso a la ternura. Primero con "El torcan", sensible evocación del cantor de tangos Luis Cardei admirablemente encarnado por Osqui Guzmán. Y ahora con esta fábula para treintañeros, a medias entre el realismo seco y la ilustración "naive". Tal es la nueva película de Gabriel Arregui, la primera, además, donde el Chino Darín asume un protagónico absoluto. Está casi todo el tiempo en pantalla haciendo un tipo poco expresivo, y se la banca.
Su personaje es un muchacho con un empleo callejero algo ridículo para su edad. Pero es lo que hay. Tampoco se exige mucho. Vive solo, en la casita de sus viejos que ya no están, se arregla con cualquier porquería, se descarga con los amigos en el potrero, a veces también en la cancha, cuando juega Quilmes. Todo transcurre prácticamente en Quilmes, un poquito en Berazategui, lugares raramente visitados por nuestro cine, pero que tienen su particular belleza, especialmente perceptible para quienes viven allí. Sobre todo si son hinchas del "Colchonero". Una belleza íntima, como el gesto del protagonista cuando pone la mano sobre el nicho de la Virgencita antes de entrar a casa.
Una noche conoce a otra persona solitaria. Rubia, delgada, linda. Se atraen, se juntan. Pero vivir de a dos siempre es difícil para quien está acostumbrado a la soledad y carece de ambiciones. En el fondo, es la historia de siempre. Pero distinta, porque se siente propia de esa parte del conurbano, y porque quien la cuenta se muestra desarmado, con el corazón a la vista. Sin mayor novela, sin almíbar, apenas algo de azúcar para salir del cine con buen gusto en la boca, sabiendo que la vida es más o menos así, y así se disfruta.
Pudieron llamarse Juan y María. La fantasía hace que los llamemos Uno y Una. La fantasía también lleva a nuestro personaje por los cielos, gracias a la animación de Walter Hoyos. Pero la mujer es real, y también son realistas las varias escenas de cama. La actriz es María Dupláa, creíble en todo momento. Como una profesora frente al alumno que abandonó hace años aparece Ingrid Pelícori. Martín Policastro y Fausto Collado, partícipes de anteriores películas de Arregui, vuelven a acompañarlo. Dicho sea de paso, los chicos que aparecen también son Arregui.