Haciendo clara alusión a la historia bíblica de Noe, el famoso Arca construida por mandato de dios, pero en esta versión la selección de las parejas de animales que se salvarían del diluvio universal sería realizada por los mismos animales.
Algo así como barajar y dar de nuevo.
La idea constante de los films de animación con clara intención de establecerse para el público infantil hace que los animales tengan el “don” de la palabra, pero a contraposición de “La era del hielo” (2002), donde los humanos no hablan, aquí no existen de manera presencial, solo en la palabra, en boca de los animales.
Los personajes así antropormofizados tienen en su haber más posibilidades de identificación con el público infantil, y en este caso se justifica.
Es el fin del mundo. Un diluvio se acerca, se previene amenazante. Por suerte para Dave y su hijo Finny, un par de Nestrianos miedosos, torpes, pero extremadamente bondadosos, se enteran que un Arca se ha construido para salvar a todos los animales. Pero como resulta que en la selección los Nestrianos no son admitidos, poniendo en juego un interrogante de quien se atribuye el derecho sobre la vida y la muerte, plasmado de manera gracil pero no menos poderosa.
Sin embargo, furtivamente, con la ayuda involuntaria de Hazel y su hija Lea, dos Grymps pueden abordar, creen que están a salvo.
Hasta que la pareja de crías, y por simple curiosidad de ver en vivo y en directo el temible diluvio, en un descuido se caen del Arca.
Ahora Finny y Leah para sobrevivir del diluvio y de los depredadores, murciélagos hambrientos, trataran de llegar a la cima de una montaña, en el periplo conocerán a un indefinido animal gigante, pesado y torpe, que se arrastra por la tierra, quien conlleva encima como compañero un parasito.
Así queda conformada una manada demasiado heterogénea.
Mientras tanto los progenitores, Dave y Hazel deben dejar de lado sus diferencias, unir fuerzas e ir al rescate de sus hijos, para lo que deben tomar el mando del arca, variar la dirección impuesta por el “rey” león, y tratar de encontrarlos.
Una empresa bastante dificultosa, sabiendo que sus antagonistas son muchos y poderosos, el león y sus secuaces, el diluvio, y el tiempo que es inexorable antes que todo quede bajo el agua.
Definitivamente, nada va a ser viento en popa
Estas son las dos variables que construyen el relato propiamente dicho, una, la manada que se conforma por accidente con una finalidad en común, sobrevivir; la otra, es la conocida búsqueda de un padre (en éste caso dos), de rescatar y salvar a su hijo.
Posiblemente lo mejor del filme sea la construcción de los personajes, por las texturas son muy realistas, sobretodo el pelaje, sumándole los colores vivos con que son investidos y sus formas, hasta la inventiva puesta en juego en función del humor y la aventura como motores de la progresión dramática desde los diálogos en contradicción, que producen desequilibrio y anclaje humorístico, pasando por el típico humor físico o el slapstick con claras referencias a los videojuegos.
La banda de sonido, compuesta con un claro sentido épico, hace lo suyo para mantener el clima en tanto aventura.
Toby Genkel y su codirector Sean McCormack, los responsables definitivos de la realización (cuatro son los guionistas), conducen con plena acción y en paralelo de manera muy efectiva las dos variables del relato, dándole a cada uno los períodos en pantalla necesarios para no aburrir.
La narración se toma tiempo para hacer referencia a otros tantos cuentos infantiles, como la búsqueda de su lugar en el mundo “Shrek” (2001), o mas sutilmente “El patito feo, y yo” (2008), entre otros.
Una producción de bajo presupuesto, hecho a pulmón, sin demasiadas pretensiones, dirigido desde la estética a un grupo etáreo a partir de los 4 años y desde el discurso para toda la familia.