Vacaciones, de Disneylandia a Castrolandia
Tristán Noblia, creador de la productora Inquieto ("Bajada de línea", "Nietos, historias con identidad", etc.) cuenta en esta suerte de "home movie" unas particulares vacaciones que tomó con su familia. Los tres chicos querían ir a Disneylandia, pero él decidió otra salida: Cuba. No la de los "all inclusive", sino la de los propios cubanos.
La idea era mostrar a los niños un país de gente pobre pero contenta, idealista y solidaria, como para que sepan que no todo es plata en la vida. Y pudo hacerlo, aunque por ahí uno sospecha que el tour estaba bastante programado. El mismo incluye la visita a una escuela donde los alumnos repiten anécdotas patrióticas de memoria, el Museo de la Revolución con su conductor como cicerone, una quinta cuyo director conoció hasta a los padres de Fidel y proclama que incluso los enemigos del régimen quieren abrazarlo, y el hospital donde trabaja Aleida Guevara, la pediatra hija del Che, que de paso atiende a los hijos del entusiasta productor.
También, los festejos del Día de la Revolución, encuentro de viejos recitando consignas y Raúl Castro parafraseando el famoso discurso de Abraham Lincoln, cuando definió a la democracia como el gobierno "del pueblo, por el pueblo y para el pueblo".
Castro, clasista, habla de un gobierno "de los humildes, por los humildes y para los humildes". La verdad, lo más interesante es el director de la quinta, hombre animoso de voz aguardentosa que por ahí saca unos revólveres e insiste en enseñarles su manejo a los niños, para espanto de la madre. ¿Qué pasaría si el gerente de una granja educativa hace acá algo similar?
Otras postales: una morocha enseña a comprar con la tarjeta de racionamiento, una señora practica la pauta de "vivir como se presente el día", dos policías cargan un chancho en la moto de la repartición, una mujer se define más fidelista que revolucionaria, un camarógrafo habla vagamente de la necesidad de "romper el bloqueo interno, los muros mentales", y como él algunos más reconocen que hay cosas para corregir, sin entrar en detalles y resaltando de inmediato lo que ven de bueno, igual que algunos políticos de estos lares.
Entre lo bueno, una madre destaca la seguridad de enviar a la hija caminando once cuadras a la escuela sin ningún peligro, y un hombre se muestra orgulloso de la costumbre de compartir la mesa, dos virtudes que a más de uno le traerá nostalgias de la vieja Argentina.
En resumen, un registro amable, fresco, que convencerá a los convencidos y, con los mismos elementos, será usado por los escépticos como prueba de un lavado general de cabeza. Igual que en los foros de usuarios de cualquier lugar de vacaciones.