Original film carcelario con Gibson
Resulta curioso que con la complicada imagen que tiene Mel Gibson debido a sus problemas personales que lo han convertido en algo así como el ogro favorito de los medios y la opinión pública estadounidenses, el actor de «Mad Max» siga haciendo películas tan políticamente incorrectas como esta «Get the gringo». Un extraño policial carcelario que en verdad no se parece a nada conocido.
Hay muchas películas carcelarias muy buenas, y por supuesto hay muchas mejores que ésta, pero a su favor se puede decir que jamás se vio este tipo de descripción de una corrupta, ruinosa, siniestra y miserable prisión mexicana llamada El Pueblito. Allí va a caer el gringo encarnado por Gibson, un delincuente norteamericano que se roba varios millones de dólares vestido de payaso pero que es atrapado por la policía mexicana cuando intenta cruzar la frontera. No es porque los policías mexicanos sean más corruptos que sus colegas del norte, sino que como los millones cayeron en sus manos, en vez de arrestar legalmente al gringo, les parece oportuno mandarlo como criminal anónimo al Pueblito, un agujero negro que toma su nombre del famoso dicho «pueblo chico, infierno grande».
El lugar permite a los convictos tener a sus familias viviendo con ellos, y también facilita sórdidos negocios y abusos de los criminales con dinero a los pobres diablos que cayeron ahí por algún delito menor. El más poderoso de los zares de la droga directamente dirige el lugar, y como no lleva una vida especialmente sana, les hace análisis de sangre a todos los reclusos para ver quién puede ser posible donante cuando necesite el nuevo transplante de hígado (ya se hizo uno hace algún tiempo, pero como no lo cuidó mucho, en cualquier momento necesitará uno más nuevito).
La descripción de esa penitenciaría es pesadillesca pero también bastante pintoresca y divertida, sólo que las escenas de comedia negra a veces funcionan, a veces no, y muchas veces se repiten demasiado. Las escenas de acción son variadas y bastante buenas, aunque la reducción al escenario de la cárcel limita un poco su impacto. Mel Gibson hace un poco lo mismo de siempre, sólo que con el toque menos heroico y más siniestro que tiene su personaje, un maleante contradictorio que a veces le convida cigarrillos a un chico de 10 años, aunque luego lo trata de convencer de que fume menos.