Vacaciones

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Que una producción cinematográfica tenga como motivo fundacional el presentarse como una remake de un éxito de taquilla, no da cuenta de sus valores intrínsecos, si los tuviera.

Tampoco debería ser una variable de valoración si el filme en cuestión fuese incorporado como uno más de la saga que haya desplegado el original, y casi como contradicción en si misma si ambas variables se juntan en el mismo producto.

Pues de eso se trata la nueva “Vacaciones”, la original data de la década del ´80, cuyos protagonistas Chevy Chase y Bervely D´Ángelo aparecen casi como homenajeándose a si mismo.

De hecho el personaje adolescente de aquella es hoy el padre que emprende el viaje con el fin de reconstruir a su familia, que está más cerca de la disfuncional que a los de cánones deseados.

Cuando no circula por gags del orden del refrito, lo hace transitando el, llamémoslo, humor escatológico, o simplemente de mal gusto.

Con estructura de “road movie”, narra las desventuras de ésta familia tipo, matrimonio que ha perdido el candor, padres de dos hijos bastante turbados, como no podía ser de otra manera.

La forma de presentación del personaje principal es efectiva, pero no más que eso hay, nada difícil cuando se trata de pintar a un perdedor por definición, lo que sucede solo en los primeros cinco minutos de película. Nada más.

Tal cual había realizado su padre, el hoy un maduro Rusty Griswold (Ed Helms) sorprende a su esposa, Debbie (Christina Applegate), y a sus dos hijos, con el plan de realizar un itinerario que supera los 4000 kilómetros, desde Chicago hasta Walley World, uno de los parques de diversiones preferido por las familias en EEUU.

Para realizar tremendo recorrido alquilan un vehiculo, por lo que se anticipa que lo harán con las paradas necesarias para que descansen del viaje, y para justificar las acumulación de escenas que intentan hacer (ser) humor, o presentar otros personajes por acumulación y no por desarrollo del texto. Lo que termina por definirse como un catalogo de lugares comunes, sin la menor gracia.

Si por lo menos se pudiera leer algo del orden de la critica a la falacia del “american way of life”, o una radiografía de las familias mediocres yankees, entonces habría algo productivo viéndola, aunque sea algo esperable, nada de eso aparece en ningún momento, por lo que la sensación mayor es la de haber perdido el tiempo.