Un recreo familiar sin ninguna diversión
La película dirigida por Jonathan Goldstein y John Francis Daley ignora los nuevos recursos de la comedia. Con pocos chistes buenos y lugares comunes, se trata de otra remake para el olvido.
Lo bueno de las remakes es que si son excelentes, son siempre bienvenidas, y si son irrelevantes, pasan al olvido sin pena ni gloria. Hay excepciones a esto último, es verdad, pero lo cierto es que un film destinado al olvido es –salvo para quien tenga la obligación de verlo por motivos laborales- en todo caso inocuo. Vacaciones es al mismo tiempo una remake y una secuela, cosa rara si las hay. Y es, antes que cualquier otra cosa, un film destinado al olvido. Es casi un milagro que habiendo tantas comedias excelentes en el cine norteamericano de las últimas dos décadas, sean casi siempre las películas mediocres las que escapen de las arbitrariedades de la distribución y lleguen a las salas. Tal vez sea justamente su mediocridad lo que les abre las puertas, vaya uno a saber.
Mediocre no significa mala, significa una medianía sin interés, pero que aun así logra algunos buenos momentos. El esquema se repite: una familia atraviesa más de 4000 kilómetros, desde su hogar en Chicago hasta un anhelado parque de diversiones. Hablamos de secuela porque es el hijo de la familia original, y remake porque se repite toda la estructura e incluso los gags. Está claro que en el camino, habrá toda clase de complicaciones que dan pie a un humor que pocas veces es efectivo y muchas veces es rutinario. Si el film original de 1983, protagonizado por Chevy Chase, era por lejos el mejor del actor y visto hoy, sorprendentemente, sobrevive como una gran comedia, muy divertida, que funciona plenamente.
Las secuelas que provocó mejor olvidarlas, algo parecido a lo que ocurre con esta remake. La burla a los lugares comunes más obvios del ciudadano norteamericano medio no tiene el más mínimo trabajo o sofisticación. En una época donde el género ha evolucionado como pocos, resultado es un poco frustrante al ver que un film niega los buenos progresos realizados por la comedia. Ir a un cine a ver algunos de los gags que aparecen acá es casi una contradicción con el acto de ir a ver una película. Ni las apariciones especiales ni los esperables cameos que uno busca, pueden elevar a la película que de los muchísimos chistes que tiene, sólo unos pocos son realmente buenos y llegan a funcionar. "Nunca oí hablar de las vacaciones originales", dice un personaje. Tal vez para él se haya hecho esta película. Para el resto, un viaje es más que suficiente, no necesitamos repetirlo.