Perdidos en el espacio
La historia se le va de las manos al director de El quinto elemento, quien no tuvo suerte al elegir a su protagonista.
El cine de Luc Besson nunca partió de la lógica, ni se alineó con ella. Si ni Juana de Arco (1999) lo hacía, ¿cómo pedirle que esta aventura de ciencia ficción de casi 200 millones de dólares lo haga?
El mayor Valerian (Dane DeHaan) y su más inteligente asistente e interés amoroso, la sargento Laureline (Cara Delevingne) cumplen las misiones asignadas por el gobierno de la Federación Humana. La nueva, en un futuro muy, muy lejano, consiste en viajar a un planeta, capturar una rara criatura y regresar a Alpha (la Ciudad de los mil planetas). Una vez allí, deben proteger al Comandante (Clive Owen), mientras combaten algo desconocido dentro de la base. Y hay una raza de alienígenos a-lo-Avatar, que son pacíficos y cuyo pasado sirvió de prólogo a la película, y se cruzará en la historia de Valerian.
Vayan al cine sabiendo esto, y tal vez la pasen mejor solamente observando las escenas de acción y destreza física, y universos fuera de lo común.
¿Desborda imaginación? Sí, y no sólo eso. Besson pierde la brújula que supo tener en sus comienzos y la historia se le va de las manos, tal vez por la magnitud de lo que debe manejar. No la puede agarrar, o más explícitamente, no la puede sostener.
¿Es un sinsentido? En buena parte de su metraje, sí. Besson es ambicioso, y ha tomado los cómics espaciales de Pierre Christin y Jean-Claude Mézières y reformulado a su gusto.
El filme, su guión, está fundado como una serie episódica de misiones, con variedad de locaciones creadas por computadora, espacios abiertos o cerrados, y personajes de lo más extraños igualmente generados por computación.
Aquí Besson se parece a Michael Bay más que al George Lucas de La guerra de las galaxias. Sí, y no, porque Besson ha demostrado tener un gozo artístico que al director de Transformers se le extravió desde La Roca a estar parte.
La pirotecnia es lo que abarca la imagen, no hay construcciones de personajes principales, en especial Valerian, que no hace más que mostrarse un latoso e incómodo enamoradizo de Laureline (se entiende). Pero es el personaje femenino, tal vez porque Cara Delevingne lo ha entendido, el que termina luciéndose y robándose los momentos que en pantalla aparecen juntos. Y por ahí también están Ethan Hawke, y Rihanna como una bailarina exótica.
La fórmula -sí, porque Valerian... la tiene y no la disimula- es la misma de muchos blockbusters hollywoodenses contemporáneos. Misiones increíbles, escenas de acción hiladas muy finamente por una trama cuasi inexistente; la película vale por lo que los efectos visuales y de sonido logran impactarnos.