Quisiera olvidar que Valiente tiene el sello de Pixar para escribir esta crítica. No puedo creer que detrás de esta película estén los mismos productores que pensaron historias maravillosas que perduran en la memoria de muchos adultos que llevan contentos a sus hijos a ver una buena historia como las que ellos disfrutaron hace pocos años.
El estudio Pixar no es perfecto. Lo demostró el año pasado con Cars 2, que tuvo la misma calidad de la secuela de Esperando la carroza.
Valiente parece una película de Disney para estrenar en abril, tipo El planeta del tesoro o Atlantis.
Tiene una media hora inicial maravillosa. Desde una nenita que se rie igual a Boo, hasta personajes que son muy pintorescos y prometen una película entretenida.
Pero ahí hay un gran click desde la aparición de la bruja.
Una amiga me dijo que le gustó mucho porque para ella mostraba la relación caótica de amor-odio de madre e hija…
Y será que Disney no está acostumbrado a mostrar madres y no sabe cómo hacerlo, porque lo que muestran es más digno de novela de las 3 de la tarde, que de una propuesta infantil que sea de interés ver por novena vez en repetición de Disney Channel.
Mi hija de 5 años se asustó menos con Spiderman que con Valiente.
La realización de la película es muy buena en su mayor parte. Me gustó mucho su 3D de profundidad y el diseño de Mérida es hermoso.
Igual hay una gran falla haciéndola tan oscura por unos cuantos minutos. Esto en salas 3D sin pantalla cambiada o con lámpara gastada puede provocar que no se distinga bien todas esas escenas.
Pero la falla mayor es que podrían haber hecho una mejor historia. Algo que justifique el título de “Valiente”, que todavía me sigo preguntando de quien está hablando.
La remiendan con el final, que servirá para que muchos no analicen bien el núcleo de la historia. Pero lo peor que le puede pasar a una película de Pixar es no ser recordada o pasar desapercibida. Es atentar contra la historia misma del estudio que creció haciendo historias diferentes, que provocaban siempre la salida del cine con una sonrisa y un estado de satisfacción incomparable.
Valiente a mi no me dejó eso.