La princesita que quería vivir
Mérida es todo lo contrario a una princesa convencional. Hija del rey Fergus y de la reina Elinor, la impetuosa y pelirroja jovencita se atreve a desafiar una antigua y sagrada costumbre de los señores de la tierra. Pero su rebeldía desatará fuerzas que cambiarán para siempre la vida de su familia.
Las historias de princesas ya son una tradición para los estudios Disney. Desde la primera de ellas, Blancanieves, hasta ésta, Mérida, han pasado exactamente 75 años. Y la diferencia entre ambas es notoria. Mérida es lo opuesto a Blancanieves: aguerrida, arquera experta y decidida a forjar su propio destino en lugar de ser oprimida por las tradiciones, esta princesa adolescente de frondosa cabellera rojiza no espera a su príncepe azul. Y tampoco lo busca. Desde este punto de vista, el planteo de la historia es bastante original. Después de una fuerte pelea con su madre, Merida se aleja de su castillo cabalgando entre lágrimas. Aquí es cuando esperamos ver el comienzo de la épica aventura que se sugiere en los trailers. Todo parece que iremos en esa dirección cuando la jovencita se topa con una bruja en el bosque. Pero el deseo que esta anciana le concede perjudica a su madre y lleva a la historia de vuelta al castillo. Esta segunda parte de la película es algo más fantasiosa pero igualmente transparente, que apunta a la inversión de roles entre madre dominante e hija dominada, para, en última instancia, reconciliar las posiciones más irreconciliables. La presencia de personajes secundarios como los tres hermanitos de Mérida, ayudan a sostener una historia que seguramente quedará en la memoria de chicos y grandes. Un párrafo aparte se merece la excelente banda de sonido de Patrick Doyle (el mismo de las últimas películas de Harry Potter), que con melodías de raíz celta le confiere al filme un aura especial. La frutilla del postre lo constituye el corto animado "La luna", que se puede ver antes de la proyección de la película y que es pura poesía y emoción. Un combo para disfrutar en familia y apostar a los sueños.