Criaturas sedientas en un futuro cercano
Una verdadera sorpresa resulta esta pelìcula de género que conserva algunos elementos clásicos de las historias de vampiros: las criaturas que no se reflejan en los espejos, las estacas y la muerte segura ante la exposición frente al sol.
Hasta aquí, nada nuevo, pero el film acierta en la creación de climas y en la inversión de la fórmula conocida: el planeta está ahora dominado por vampiros, totalmente humanizados (celulares y piercings mediante), y los hombres se convierte en sus presas por la sangre, el líquido vital de superviviencia.
Ethan Hawke, un hematólogo con colmillos que trabaja para una gran corporación liderada por Sam Neill, encuentra la cura para detener el dominio vampiro, con la ayuda de dos humanos (Claudia Karvan y Willem Dafoe).
La historia también aprovecha muy bien los resortes de la acción y del suspenso, algún sobresalto, y propone una mirada interesante sobre las luchas de clases entre las criaturas de la noche y de los seres deformes que viven en el subsuelo de la ciudad, explorando además las relaciones conflictivas entre hermanos y entre padres e hijos.
Todo contado con la agilidad visual que le imprimen los hermanos alemanes Michael y Peter Spierig en un film que no para. Por el contrario, se sumerge en las sombras sin defraudar a los seguidores del género.