¡Al fin una de vampiros con sangre de verdad! Nada de esos vampiros modernos y metrosexuales que venimos viendo últimamente, que parecería que si ven una gota de sangre se desmayan.
Daybreakers: Vampiros del Día le da una novedosa vuelta de tuerca al género de los hematófagos – no puedo contar demasiado porque sino estaría incurriendo en el spoiler, pero en líneas generales la historia transcurre en un mundo (el nuestro, dentro de 10 años) donde sólo el 5 por ciento de la población es humana, por lo tanto el suministro de “alimento” para los vampiros comienza a escasear.
El Dr. Edward Dalton (Ethan Hawke) es un hematólogo que trabaja para el laboratorio encargado de regular el suministro de sangre en el mercado, que se obtiene de una suerte de “sembradío de humanos”. Pero el doctor en cuestión es, en realidad, un buenazo que no quería ser vampiro y que es previsible que en algún momento va a cambiar de bando (y después no me vengan con que Avatar es una copia de Danza con Lobos, porque este argumento del “malo” que se vuelve en contra de los suyos lo vimos mil veces y lo vamos a seguir viendo, ¡porque nunca deja de ser efectivo! He dicho.)
El personaje de Willem Dafoe (con porte vampiresco de pies a cabeza – chequeá esos rasgos, Pattinson) constituye la base de esta novedad de la que hablé al principio, y funciona muy bien. Todo es lógico dentro del universo que se plantea en la peli, quizás al principio cuesta un poco entrar en el código, ya que incorpora algunos elementos tal vez un poco forzados o exagerados, pero rápidamente uno se familiariza con ellos y comienza a disfrutarlos.
Se completa el cast con un brillante malvado encarnado por Sam Neill, a quien los colmillos y la palidez le sientan muy bien.
La película es, a simple vista, un entretenimiento digno de la cartelera veraniega. Sin embargo, se permite darse el gusto de constituir una crítica al sistema médico y el imperio de los laboratorios. Lo que importa es la enfermedad, el negocio que se puede montar entorno a ella, no la cura, y ahí está la clave del mal en esta historia.
Tal vez nunca se convierta en un clásico del cine de vampiros, pero celebro su originalidad, el retorno de la sangre sin restricciones y la apuesta por el gore, en un Hollywood cada vez más políticamente correcto y escaso de ideas.
Los fanáticos de siempre de los vampiros la van a disfrutar mucho. Y los que no lo son, igual pueden verla con amigos y un buen balde de pochoclo… o con tu chica, para apretarle la manito cuando la cosa se pone violenta.
Advertencia: No apta para teens generación Crepúsculo.