Lejos del “fenómeno”. ¡Por suerte!
Películas de vampiros hay a patadas. De Crepúsculo para acá un montón de periodistas y opinadotes varios hablan del resurgimiento de los chupadores de sangre y pavadas por el estilo. Lo cierto es que Crepúsculo es una ñoñez terrible que busca dar ejemplo de castidad y de amor puro donde siempre hubo sexo. ¿O vamos a negar que el beso en el cuello y fluidos que chorrean por la boca de alguien no está más cerca de lo erótico que de lo asqueroso que significa succionar el líquido rojo? Dejando de lado el fenómeno literario+cinematográfico+adolescente que se utiliza como excusa para justificar un nuevo estreno vampírico vamos a lo que importa: Daybreakers, vampiros del día.
Futuro, 2019. El mundo esta convulsionado por una epidemia que ha transformado al 95 por ciento de la humanidad en bebedores de sangre. O sea que el 5 restante debe proveer de comida al resto. Atentos a los amantes de las analogías, petróleo o sistema capitalista salvaje que se vale de aquellos que menos tienen para darle a los que más poseen estarán de parabienes. Aquí se habla de eso. Tanto es así que lo que veremos es la búsqueda de la perpetuidad del sistema en manos de un malvado empresarial interpretado por Sam Neil. Buscando sintetizar más sangre, para así lograr el “derramamiento” (cuac) para todos, contrata un investigador que encarna Ethan Hawke, que mientras hace lo que debe por lo que le pagan, descubre una cura.
Los cierto es que con las analogías, la critica social, el manifiesto político en puerta, solo faltaba la acción que obviamente llega. Bien pensada, sólidamente construida y de una alta credibilidad, la película entretiene y se deja ver sin que por eso vaya a redefinir nada. Aunque claro, tampoco lo hace Crepúsculo y todos hablan de ella, aunque Daybreakers, vampiros del día sea infinitamente superior en calidad y entretenimiento, así que merecería un destino parecido o al menos que vayan a verla. Que el “fenómeno” quede en manos de Crepúsculo o Luna nueva.