El ocaso de los vampiros.
El vampiro protagonista se llama Edward, no chupa sangre humana, y viene de una película del 2009. Hasta ahí son los parecidos con la saga de chupasangres light de Crepúsculo. Daybreakers es un buen refresco para este (sub)género del cine fantástico. Claro, esto si uno no vió la genial Criatura de la noche. Lo más interesante de la película es como intenta matizar distintos géneros (desde el terror hasta la ciencia ficción). Es también, lamentablemente, lo que le resta varios puntos a la película.
En el año 2019 los humanos están en exitinción. Una rabia, enfermedad o lo que fuere (se sugiere pero nunca se explica) convirtió a casi todos en vampiros. Después de tantos años, los parientes de Drácula tuvieron que suministrar la sangre de alguna manera. Para eso, el negocio del empresario malvado de turno (Sam Neill, de los dinosaurios de Jurassic Park a los murciélagos de esta película) es cosechar centenares de humanos. El problema es que cada vez hay menos alimento disponible. Y sin alimentos, los dueños de la noche empiezan a mutar en algo así como un murciélago con forma humana. Hay hambre en la calle, el capitalista es el malo, y no es un docuemtal de los Estados Unidos.
El protagonista es Ethan Hawke (Gattaca), quien se apiada de los humanos y prefiere beber café con (poquita) sangre. Su cansancio lo llevará de algún modo a encontrarse con unos humanos que esconden un secreto: una posible cura al vampirismo. Claro está que hay intereses de por medio (el capitalista prefiere encontrar un substituto a la sangre, para poder segui vendiendo esta un poco más cara) y, claro, el propio hermano del protagonista, que no se lleva bien con sus antepasados.
No sólo el subtexto político es interesante, sino también uno más filosófico (y que recorre la película): qué lleva a estos seres a preferir (o no) la inmortalidad. Y qué los diferencia de terminar siendo unas bestias. Como todos los otros géneros con los que coquetea el film, lo hace a medias. Hay preguntas, sí, sobre la vida, la muerte, etc. Pero apenas hay respuestas. Hay acción, también, pero poca, como para contentar al espectador casual que va a ver una de género. Uno supone que en el tercer acto abundarían los disparos, las corridas y el caos, pero de nuevo, la película se vuelca al thriller científico y termina siendo un híbrido, como sus propios protagonistas.
A favor, se puede decir que la mayoría de los rubros técnicos están más que bien. Desde los impresionantes "deformes" (que arriman la película al terror) hasta la fotografía metalizada que le quita vida, pero la aproxima a la ciencia ficción moderna.
Sin ser una obra maestra, Vampiros del día es una buena propuesta sobre vampiros. Se agradece, que en los tiempos que corren, la película ofrezca inteligencia, una cámara que no sufre de terremotos constantes, un montaje que deja entender lo que está pasando, y una visión estilizada (basta con chequear los sets).