“Hasta hace un par de años, viví en un lugar donde se daba la misma situación que en el guión: un edificio tradicional con familias de clase media ubicado justo frente a un viejo edificio tomado por okupas. Dos mundos, uno frente a otro con códigos distintos. Pero… ¿tan distintos?” y me dije: Acá está mi película” Rodolfo Durán
Desde “Dirigido por…” (2004), donde un grupo de cineastas debaten sobre políticas del cine, pasando por, “Terapias Alternativas” (2007), “Cerca de la frontera” (2008), a “Vecinos” (2009), Rodolfo Durán continúa afirmando, que todavía nuestro público sigue teniendo una resistencia al cine argentino, ya que la mayoría del mismo acude a los Shopping o a las multisalas. De modo que si los grandes complejos deciden no programar la película, y el público que se concentra en el Gaumont es muy reducido y no hay cuatro o cinco Gaumont repartidos por la ciudad de Buenos Aires y menos por el Conurbano, las condiciones para sumar espectadores se ven afectadas.
A lo que agregaría otro factor, que no todas las películas argentinas gozan de la misma inversión en publicidad, como por ejemplo “Dos Hermanos”, donde además un grupo de críticos coinciden en otorgarle cinco estrellas y otro, que se abstiene de opinar viene concentrándose cada vez con mayor insistencia, en evaluarlo por las estadísticas de concurrencia. Lo que deviene en algo que no es justo por las razones expuestas, ya que sus posibilidades son muy diferentes, aunque quizá la comparación más apropiada sería el caso de la esperadísima “Esperando la carroza 2” (2009).
Vecinos está hecha con muy pocos recursos, su acción se desarrolla dentro de un edificio de propiedad horizontal, donde a un grupo de personajes peculiares les sucede algo inusual, y a ese acontecimiento responden de la manera menos imaginada. Hay un bolso con dinero, dos matones que quieren recuperarlo y estos vecinos, que pasan de víctimas a victimarios resultado de la codicia y la violencia, que brota del interior de cada uno.
Con una reminiscencia a ”La Comunidad” de Alex de la Iglesia (2000), con esa inolvidable actuación de Carmen Maura. Vecinos se mueve entre la comedia negra y el grotesco, matizado por momentos divertidos acompañados por algunos de logrado suspenso.
El abordaje del género, que viene resucitando, ya supone una valentía por parte de su director.
El humor negro, que podría definirse como ese impulso irrefrenable por satirizar la desgracia ajena se apoya en lo más siniestro de nuestro: “Ser Humanos” , para generar la risa ante la adversidad, sumada a un tono inquietante, que socava subversivamente los valores establecidos, mediante altas dosis de ironía.
La vida real no deja de ser, un enorme escenario de humor negro, que por obra y gracia del cine hace que podamos reconocernos en alguna actitud frente al espejo, o que reconozcamos al “Otro”, y así poder lograr una especie de catarsis, al reírnos del absurdo que nos rodea.
Vecinos es una comedia para entretenerse a través de esa violencia desmedida que se presenta naturalmente, como parte del recurso de desenmascarar a los personajes, con una acertada descripción patética de los mismos y de su entorno familiar, propias del grotesco. Con actuaciones no igualmente logradas, como la del portero del edificio, que es correspondiente destacar.