Libremente inspirada en la historia real del piloto Carlo Capone, esta película de Rovere aprovecha las nuevas tecnologías y pequeñas cámaras de alta fidelidad para captar la intensidad y velocidad de las carreras de la categoría GT (Gran Turismo) italiana de manera similar a la que lo hacía Ron Howard en RUSH. Aquí la trama está relacionada con Giulia, una joven y promisoria conductora cuyo padre, entrenador y dueño de una pequeña escudería, muere dejándola sola y con un hermano de edad escolar. Pero en el velorio aparece tras diez años de ausencia su hermano mayor, Loris, un ex piloto que tras un grave accidente se retiró, abandonó todo y hoy es un “tossico”: un adicto a las drogas.
Las circunstancias obligarán a los hermanos a juntarse por la fuerza –Loris y su novia necesitan dinero y Giulia necesita un “adulto” legal en la casa para no perder la custodia su hermanito– pero los compromisos económicos los llevarán a tener que superar diferencias y unirse con el plan de ganar el campeonato. O, de no poder hacerlo, existe un peligroso Plan B que conviene no adelantar. Pese a su caótica personalidad, Loris aportará sus conocimientos y memoria de corredor a su hermana, quien necesita de ese toque de “locura” para convertirse en una triunfadora. Pero las cosas no serán fáciles.
Un drama con constantes excusas para poner en marcha los motores y hacer andar a todo tipo de autos y motos a alta velocidad por las pistas o las calles, VELOZ COMO EL VIENTO es una película que disfrutarán especialmente los “tuercas” debido a la cantidad de detalles específicos sobre la difícil tarea de conducir un auto a altísimas velocidades, tarea que toma características entre ajedrecísticas (por la anticipación que requiere cada movimiento en una pista) y místicas, ya que los pilotos parecen llegar por momentos a un estado de éxtasis y comunión con sus vehículos que son únicos. Algo que la película logra convencernos que es posible…