Los primeros planos de este film de 2008 muestran un paisaje gris de la zona de los Cotswolds del Reino Unido, seguido por una chica muerta con una jeringa en el brazo rodeada de elementos que indican el uso de drogas. Ese tono lúgubre inicial se desarrollará a lo largo del film de Duane Hopkins, que apuesta por la belleza visual y cierta frialdad. Centrada en un grupo de jóvenes adictos a las drogas y personas mayores que comparten el hastío, la película es un ejemplo de realismo británico con aciertos, pero cuyo trato distante hacia sus personajes evita la emoción. Sin embargo, algunas escenas acercan al público al drama humano a través de imágenes cuya fuerza radica en lo común.