Rabia rabia contra la agonía de la luz.
Si bien Vendrán cosas mejores data de 2008, eso significa que la contundencia de este relato coral dirigido por Duane Hopkins (Bypass, 2014) no sea un elemento narrativo importante como para vislumbrar detrás de la propuesta cinematográfica a un verdadero talento.
Tampoco puede descartarse el detonante dramático y la sensación de no existir salida ante la angustia existencial cuando a la pregunta sobre el sentido de vivir sin dolor, ya sea por el despecho amoroso o simplemente el hastío de la rutina, el director le encuentre un rostro: el de una adolescente que muere por sobredosis junto a su novio, quien sobrevive y debe soportar no sólo el peso de su ausencia sino la culpa de haber quedado en pie.
Por momentos en esas imágenes fijas que desdibujan pero a la vez reflejan una enorme presencia del vacío, este relato coral entrecruza la vida de un grupo de adolescentes en un pueblo de Inglaterra, todos ellos relacionados con la adolescente fallecida. A eso en paralelo debe sumarse también a sus abuelos, en el final de su recorrido por la existencia, desde una pareja de ancianos donde el hombre no perdona la infidelidad de ella y la desprecia hasta las últimas horas de una anciana enferma al cuidado de una joven.
La fragilidad y la condición humana para la cual no hay límite de edad es el caldo de cultivo de este drama ascético y poderoso, que no necesita de golpe bajo alguno para reflejar en el detalle todo aquello que falta en una postal de la felicidad cuando no llega la luz ni siquiera en los días soleados.