Una premisa fantástica -¿Qué pasaría si un día los adultos no se despertaran y el mundo quedara habitado solo por niños y animales?- dispara las aventuras infantiles en el corazón de este film de tono íntimo e inspiración literaria -el cuento El pato y la muerte, de Wolf Erlbruch, un poema de Sara Teasdale del que el director tomo prestado el título, un relato de Ray Bradbury que retoma ese poema- filmado en Crespo (Entre Ríos), habitual escenario de las historias de Iván Fund. Ganador del premio del jurado en el Festival de Mar del Plata, el film trabaja con rigor y sensibilidad los primeros contactos que un grupo de chicos curiosos y resueltos tiene con asuntos densos como la muerte y la soledad.