Larga siesta
Fue durante una noche como cualquier otra que un extraño fenómeno dejó a oscuras a toda la ciudad. A la mañana siguiente toda la población adulta siguió plácidamente dormida, sin despertar ante nada. Era justo esa noche la primera que Alma pasaba fuera de su casa, quedándose a dormir con unas amigas no sin bastante reticencia. El primer día de misterio pasa sin mucho sobresalto, pero a la segunda mañana le expresa al resto del grupo su deseo de volver a casa, donde su hermanito menor debe estar solo y en peligro mientras sus padres duermen.
Así comienza su viaje de aventuras a través de una ciudad pequeña pero apenas conocida, sin saber el camino a seguir pero con un grupo de amigas y perros para secundarla.
Ninguno sabrá si hay guerra ni le importará el final
El grupo de Alma no parece sorprendido ni asustado cuando descubre que los adultos no se despiertan, y antes de resolver el misterio o intentar pedir ayuda hacen lo que probablemente harían muchos a su edad: saquear el freezer de helados en el kiosko más cercano.
Aunque tanta calma es una reacción extraña, es intencional que no veamos casi nada de ese primer día porque lo que importa contar es la aventura que viene después, con el grupo enfrentando pequeños desafíos como perderse en la ciudad, rescatar a un perro o pasar la noche solos. Su misión no es resolver el misterio ni salvar a todo el mundo, sino tan solo a un hermanito menor perdido. Y eso sin perder cada oportunidad de divertirse o hacer amigos que encuentren de camino.
Contar la causa del extraño sueño de los adultos no es muy importante tampoco para el director, que se contenta con dar algunos indicios para luego enfocarse en lo que realmente quiere contar, que es el accionar de los chicos dejados a su suerte. Tanta amplitud le juega un poco en contra, porque pretender ser tan grande solo logra que pierda contundencia, diluida en numerosos escenarios y personajes indistinguibles unos de otros por compartir apariencia y por su irrelevancia: son mayormente intercambiables sin que eso afecte a la trama que se cuenta, y apenas Alma tiene una meta específica por más que no se ve muy ansiosa por cumplirla.
El mismo sentimiento diluido transmite todo en Vendrán Lluvias Suaves, abarcando actuaciones e imagen de forma pareja y dejando la sensación de una buena idea aprovechada a medias.