Liam Neeson, un ladrón arrepentido que necesita nuevas ideas
La película, que vuelve a tenerlo como un héroe de acción septuagenario, es tan derivativa como su título, la acción es de mediano octanaje y la trama, predecible e irrazonable a la vez
En un famoso ensayo titulado “Nuestro pobre individualismo”, Borges argumentaba que ciertos policiales norteamericanos no funcionaban en nuestro país porque el argentino tiende a desconfiar de la ley y a identificarse con el delincuente. Si eso es cierto, esta película no tiene chance alguna, dado que Liam Neeson interpreta allí a un experto en reventar cajas fuertes que decide entregarse a la justicia por amor y devolver los 9 millones de dólares que logró en sus robos de guante blanco a instituciones bancarias cuyo prontuario probablemente sea peor que el suyo propio.
La improbabilidad de que su pareja prefiera a un delincuente reformado y pobre a uno reformado y rico no lo desalienta. En su encuentro con el FBI, los oficiales ven en este insólito arranque de honestidad una oportunidad de salir de perdedores y no solo le roban el dinero sino que hieren gravemente a su chica (Kate Walsh de Grey’s Anatomy). Tal cosa da pie al esperado momento en que el casi septuagenario actor se convierte en una máquina imbatible de destruir malhechores y tiene la oportunidad de enunciar una amenaza mortal en su tono shakespeariano. En este caso, la deficiente “Oficial Nivens, voy a por usted” no puede competir con la célebre de Búsqueda implacable, el policial que a los 56 años convirtió a Neeson en una estrella de acción. Esta película es tan derivativa como su título, la acción es de mediano octanaje y la trama, predecible e irrazonable a la vez. En la última década, los thrillers de Neeson no decayeron tanto como para que se entregue a la justicia pero por éste, al menos, debería devolver el botín.