Se ha estrenado la secuela de Venom (Ruben Fleischer, 2018): Venom: Let There Be Carnage (Andy Serkys, 2021) y simplemente es difícil adornar una definición sobre esta película y lo mejor es decir que es caótica pero entretenida.
Venom: Let there Be Carnage se mueve entre tonos distintos: el de comedia de enredos en el que trabaja la vieja temática de la extraña pareja. Eddie Brock (Tom Hardy) debe aprender a vivir con la presencia del simbiote que de a poco intenta tomar el control de su vida y llevar adelante su propia agenda personal.
Brock es un tipo que además de afrontar su vida con Venom debe aprender a vivir con el dolor de la pérdida de su amor, si tres años después de su separación Eddie sigue dolido por la pérdida de Anne. Por otro lado, a pesar de estar estancado en el amor nuestro héroe intenta concentrarse en la recuperación de su prestigio profesional venido a menos a causa de los hechos ocurridos en la película anterior, aquí la película es confusa ya que si bien nos presenta a Venom como un monstruo irracional es el quien está preocupado por los asuntos mundanos al mismo tiempo que Eddie parece ser un no personaje, un ser que se mueve impulsado más por las acciones del simbiote que por motivos propios.
En este punto la película parece moverse cómoda ya que usa el absurdo como método de narración, una sucesión de acontecimientos sin sentido que hacen avanzar a la trama pero que no contienen ningún argumento posible, es una comedia de entredós vacía. No hay ningún segundo de reflexión o de introspección en una historia en la cual la introspección debería estar presente, no para fingir una cierta profundad o darle a la historia un poco drama gratuito como suelen hacer las producciones de DC sino porque la historia se trata sobre un hombre que tiene un organismo simbiótico extraterrestre que se alimenta de sus pensamientos y toma control de su cuerpo, es decir el enfrentamiento psicológico debería formar parte de la historia ya que es ni más ni menos que el control de la psicología y el cuerpo de Eddie por parte de un ser invasor pero no, sin tener nada resuelto entre el huésped y su simbiote la película prefiere resolver este conflicto a los gritos, por medio del humor físico y la violencia.
Por momentos el film pretende ser sensible, ya que Brock logra ser consciente de su soledad y de que necesita a Anne (Michelle Williams) de quien le cuesta desprenderse a pesar de que ella ha avanzado en su vida, y al propio Venom, quien tiene su propio derrotero sentimental, vale decir que ese aspecto sensible de la película falla totalmente ya que nos es imposible empatizar con los personajes.
Ya he dicho que la película se mueve entre dos tonos, el de comedia absurda y el de drama de acción con algunos toques de thriller, muy pequeños, casi imperceptibles, que se presentan cuando aparece en pantalla el personaje de Woody Harrelson. Cletus Kasady es de alguna manera ese tipo de villano que adhiere al caos como modo de entender la realidad. Un asesino por naturaleza, brutal y sin ningún tipo de moral o piedad, es decir un ser sin empatía alguna que solo se mueve por instinto. En los comics esa locura es explorada en el tomo Carnage: It’s A Wonderful Life, en este comic conocemos un poco del pasado de Kasady, sus dramas familiares, sus traumas infantiles y de alguna manera la raíz de su violencia pero que por sobre todas las cosas nos hace comprender que con Carnage o sin el Cletus es una persona peligrosa y letal.
En Venom: Let there Be Carnage el personaje encarnado por Harrelson sobrevuela su background, pero lo pone en segundo lugar ya que la razón de su locura es la pérdida de su amada Francés Barrison (Naomie Harris). Es decir, al igual que el caso de Eddie la trama ignora los problemas personales que construyen la personalidad del personaje y pone en primer lugar el drama amoroso, la pérdida de su ser amado como móvil de sus acciones. Si bien uno no espera una transposición literal del personaje a la pantalla, espera al menos que lo que le da su esencia se mantenga. El tono tenebroso y de thriller entonces lo aporta más que nada la actuación de Harrelson que la trama en sí.
El argumento de la película gira entorno a Brock, quien recibe la invitación del asesino serial Cletus Kasady, quien reside en el pasillo de la muerte a espera de la de la fecha definitiva de su ejecución, a realizar un dosier acerca de su vida y sus motivaciones. En medio de una segunda entrevista se produce un accidente que podría haber sido evitado y Cletus entra en contacto con la sangre de Brock, la cual se pega a él, dándole vida al nuevo simbiote Carnage, a partir de ese momento nace una relación de odio entre Carnage y Venom. A partir de la creación de Carnage la película se vuelve una locura en la cual se insinúa mucho pero no se llega a concretar.
Al final de la primera parte de Venom nos dimos cuenta de que la película funcionó más que nada como un tráiler de esta película, un largo y aburrido tráiler que no aporto nada al género de los superhéroes. Aun así, la primera película nos dejó una promesa, la cual era esta segunda parte que, si bien no es peor que la primera, en más en algunos puntos es superior, no es lo que uno esperaba de la presentación de un personaje tan emblemático como Carnage. La película tiene algunos easter egg, como la presencia del detective Mulligan (Toxin) el Daily Bugle y la clínica Ravencroff, pero no alcanzan para cubrir la ausencia de una buena historia. Andy Serkys hace un buen trabajo en la dirección, pero no se nota un vuelo superior al de Ruben Fleischer en la primera, le imprime más ritmo por lo cual es más entretenida que la anterior, pero trabaja con un guion que no construye a los personajes. Al finalizar la película nos dejan con una escena post-credito que nuevamente nos da la sensación de estar frente a un largo tráiler, solo que esta vez la espera no es porque se intente llevar a la pantalla algo más potente como Matanza Máxima (Máximum Carnage), sino que nos deja más lejos de cualquier exploración de los personajes.