Después del éxito de la primera entrega, Venom regresa a los cines para enfrentar a Carnage, ¿cómo se compara con la anterior?
Gracias al impacto de las redes sociales y sitios que compilan reseñas en un solo número, los blockbusters actuales bajo la amenazante sombra de la crítica. Ya no alcanza con que hagan dinero, sino que además deben agradar lo suficiente a la crítica profesional y amateur, pues una mala “nota” en Rotten Tomatoes o Metacritic puede tener un impacto directo en la taquilla de la película. Una mala recepción crítica puede motivar el reboot de una franquicia incluso si hizo mucha plata como, por ejemplo, Suicide Squad ¿Es este también el caso de Venom: Let There Be Carnage?
No, no lo es. Sony prefiere acá pecar de bilardista y dice “equipo que gana no se toca”. Sí, Venom fue destruida por la crítica (tiene 30/100 en Rotten Tomatoes), el remate de muchos chistes en redes. Pero recaudó más de 850 millones de dólares, la mayoría de ellos fuera de Estados Unidos. Fue además un hit en China, algo que les agrada mucho a los mandamases de Hollywood hoy en día. Acá no hay reboot, ni soft ni nada. Es más, se profundiza muchas de las elecciones tomadas en la primera película.
La comedia estilo buddy cop entre Eddie Brock (Tom Hardy) y el simbionte Venom sigue estando en el corazón del film. Aunque es cierto que Hardy le baja varios cambios a esa actuación “nerviosa” de la primera parte. También persiste esa onda noventosa que permea toda la película. Hasta la tipografía del logo parece sacado de la portada de un disco de nü metal.
De hecho, esta secuela me convence de que, si hay que buscar una genealogía que haga posible a Venom: Let There Be Carnage esta incluiría sin lugar a duda a las hoy vilipendiadas Batman de Joel Schumacher, con su tono desenfadado y juguetón. Hasta tiene chistes sobre Barry Manilow, una suerte de Sergio Denis yanki que dudo la generación Fornite conozca siquiera de nombre.
Venom: Let There Be Carnage, basada en una historia atribuida al mismo Hardy y la guionista Kelly Marcel (50 Sombras de Grey), al igual que la anterior, continúa pareciendo una fantasía febril salida de la cabeza de un nene de 12 años (o de Rob Liefeld). La acción misma parece muy “apta para todo público”, enfrentando al héroe contra un asesino serial con un simbionte que se llama Carnage (que podría traducirse como Masacre) sin salpicar ni una gota de sangre.
Venom
Venom: Let There Be Carnage
En ese sentido, realmente podría decirse que esta es una adaptación fiel de esas historietas de los años noventa, para bien o para mal. Lo que sí, uno no termina de acostumbrarse de ver actores del calibre de Hardy, Michelle Williams o Woody Harrelson con esos diálogos en la boca.
En lo que esta secuela representa un salto adelante es en la seguridad de la dirección, ahora en manos de Andy Serkis, y la edición. Venom: Let There Be Carnage sabe lo que es, que viene hacer, y lo hace de una manera mucho más cohesiva y expeditiva que la anterior. En tiempos donde hasta la origin story de un personaje de historieta que no fue sensación ni cuando salió en los sesenta es tratado como algo “importante” y “épico”, es refrescante una película que viene a entretener con diversión tonta, y lo hace en noventa minutos.
Tras la escena post créditos, queda clarísimo que habrá más Venom, así que podemos alegrarlos que Serkis, Hardy y Marcel encaminaron un poco el barco. Quien vaya al cine a ver una de acción un poco tonta y graciosa (y alguno que otro guiño para el fan de Marvel) saldrá satisfecho.