En 2018 Venom fue un éxito instantáneo de Marvel, pero fuera del Universo Cinematográfico de Marvel, que está en la órbita de Disney. Un extraterrestre simbiótico llegaba desde un cometa e invadía el cuerpo de Tom Hardy. Terminó siendo una comedia de acción, de “pals”, de amigos, entre el periodista Eddie Brock y el intruso que vive en su interior.
Y también terminó siendo un éxito que recaudó US$ 856 millones en todo el mundo.
Obvio, iba a salir la secuela.
Ya no está Ruben Fleischer (Zombieland) como director sino con el título más simbólico de productor ejecutivo. Y de los guionistas de la original quedó solo Kelly Marcel, que puede pasar de ser coautora del libreto de El sueño de Walt, con Tom Hanks como Walt Disney, a adaptar solita y ayudar a que Cincuenta sombras de Grey sea un bodrio, o escribir la historia de Cruella.
Quién dirige
Quien dirige es Andy Serkis, a quien idolatramos por componer a Gollum para Peter Jackson en El Señor de los anillos y El Hobbit, o a Cesar en la saga de El planeta de los simios. Es su tercer largo como realizador (Mowgli: Relatos del libro de la selva ya era una versión extraña).
Todo a cuento de que esta Venom es algo distinta a la primera, sí, pero tiene el mismo tono de humor adolescente -por momentos parece destinada al público infantil, salvo por la violencia-.
La trama nos devuelve a Eddie, ya resignado a tener a Venom en su cuerpo y su departamento en San Francisco. Un detective (Stephen Graham) le pide que investigue dónde Cletus Kasady (Woody Harrelson), un psicópata con la misma sonrisa que Harrelson ponía en Asesinos por naturaleza, dejo los cuerpos de sus víctimas
Cletus está preso, lo condenan a muerte, y no vamos a contar cómo ni por qué albergará a la némesis de Venom. Y el carnaje (o la matanza, como dice el titulo local), se liberará.
Si Eddie tenía un interés romántico (Anne, Michelle Williams, que vuelve a aparecer), Cletus sólo respira por Frances (Naomie Harris, Moneypenny en Sin tiempo para morir), ex compañera psiquiátrica.
Y entonces tendremos una batalla al estilo Godzilla vs Kong, en la que los efectos visuales (y sonoros: vayan preparando los oídos) tendrán que ocupar todo lo que la trama ha dejado casi sin valor.
Porque el guion es lo que se llama un esqueleto. Hay mucha cáscara en Venom: Carnage liberado, y escasa sustancia. No hay mucho sentido -ya sé que en muchas tramas de Marvel tampoco-, pero aquí todo se siente como en un carnaval. Puede continuar o terminar en cualquier momento.
Lo mejor: Venom puede saciar momentáneamente su hambre con chocolate (?) o pollos, pero prefiere los cerebros humanos. Los momentos de comedia entre Eddie y su alter ego que parece gotear tinta negra son más divertidos que las pelas a escala grande.
Una incógnita es saber cómo fue que Venom: Carnage liberado recaudó el doble de lo que soñaban sus productores en su fin de semana de estreno en Norteamérica (90 millones de dólares), ganando inclusive más que en el estreno de la película original. Es lo que hay.