Directo desde el universo de Spider-Man, pero alejado de la historia del superhéroe, llega Venom, un film de aventuras que toma a un personaje ya conocido por el público y le intenta dar, con pocos aciertos, un nuevo giro.
Eddie Brock es un reportero dedicado a destapar escándalos y desenmascarar lobos vestidos de corderos. Ahora le toca el turno a Carlton Drake, un inescrupuloso magnate que utiliza personas pobres para experimentar con sus drogas farmacéuticas. En plena investigación, Brock descubre por accidente el último proyecto de Drake y termina infectado con uno de sus parásitos, el mismísimo Venom. Así, mientras lucha por sobrevivir a la persecución del malvado millonario, deberá aprender a relacionarse y colaborar con esta criatura que cohabita en su cuerpo.
Venom no es una película inmirable, pero está lejos de ser un producto redondo. El principal problema es que nadie en el film parece tener muy en claro que es lo que el guion está queriendo contar. Eddie Brock es interpretado por Tom Hardy, uno de los mejores y más conocidos actores de hoy día. Sin embargo su personaje deambula por las diferentes etapas de la relación simbiótica con Venom sin tener una personalidad clara.
¿Es Venom un monstruo? ¿Es un villano en el universo de Spider-Man? ¿Es un justiciero? Nada queda en claro en el film. Solo un par de gags al final sugieren una posible idea de adónde apunta este film que, aparentemente, intenta ser una saga nueva basada en este personaje.
El guion se estanca bastantes veces en un intento por presentar un villano que sea común para Brock y Venom, pero nunca termina generando en el espectador demasiado interés, lo cual se potencia por lo poco lograda e interesante que es la confrontación final.