A esta altura del siglo XXI, cuando el género “Superhéroes” implica el aggiornamiento hipertécnico e hiperdigitalizado del cowboy (a quien extrañamos), era lógico que alguien hiciera un film sobre un villano o algo parecido, porque en el Universo Marvel algunos malos terminan siendo un poco buenos y viceversa, pero no nos vayamos por las ramas. Venom es un poco una historia del género (periodista que investiga cosas feas infectado por ser extraterrestre sanguinario, ambos comparten cuerpo, al final -más o menos- se entienden y portan “bien”) y un poco la burla a las películas de superhéroes, aunque sin llegar a la autoconsciencia gozosa y anárquica de Deadpool (otro personaje Marvel, pero no de Disney como los Vengadores, ni de Sony como Venom y Spider-Man -a quien prestan a Disney...-, sino de Fox, que ahora será de Disney... sí, bueno, no importa). Hay algo divertido en el hecho de que parece una película que se hizo porque se la prometió demasiado tiempo, e incluso los actores parecen en sintonía con esa idea de pagar una deuda y seguir con sus vidas. Curiosamente, eso le permite ser libre de compromisos, “sagas” y muñequitos para vender. No aburre, pero desconcierta.