Después de muchas idas y vueltas en su producción, llega por fin a la pantalla Venom, sobre el ente alienígena maligno que toma cuerpos humanos para hacer (mucho) el mal. La primera decepción de los fans, ante semejante oscuridad por venir, fue enterarse de que la película no iba a ser prohibida para menores de 18 sino de 13, lo que auguraba una serie de concesiones y limitaciones muy poco parientas de la sangre, el caos y la destrucción. Con Tom Hardy al frente de su gran presupuesto, como el periodista de investigación invadido por el monstruo y por lo tanto dual, esta relectura en clave Marvel del Dr. Jeckill y Mr Hyde tiene la espectacularidad visual imaginable, que ya habían anticipado los trailers. Un Hardy que tampoco ayudó mucho a la promoción, hablando de sus escenas favoritas: las que quedaron afuera de la edición final.
La trama involucra al periodista, Eddie, metiendo las narices en los turbios negocios de Life Foundation, la empresa de un millonario (Riz Ahmed) que retiene al estudio de abogados para el que trabaja su prometida, Anne (Michelle Williams). El hombre rico y su empresa curan el cáncer, pero secretamente tienen misiones, y métodos más oscuros, --incluído el contacto con los symbiots- de los que Eddie está al tanto. Y aunque el periodista se pone cada vez más agresivo y molesto, y debe enfrentar las consecuencias, nada parece detenerlo, hasta su encuentro con Venom. Ciertamente, la necesidad de atraer a un público teen contrasta con la narrativa frente a las acciones de un bicho viscoso, serpentesco, de ojos blancos y larga lengua, capaz de todo. Y el plot está lejos de los más inspirados y elaborados -visual y narrativamente-, entretenimientos de superhéroes de Marvel (si es que Venom puede considerarse un film de superhéroes). Aún así, es divertida. Y los fans y nuevos expectantes podrán encontrarle atractivos y la verán con interés. Aunque después se olviden rápido.