Todo lo que se escucha y lee sobre Venom es verdad: la película es de lo peor.
Tengo la sensación de que al cruzar por la puerta de la sala de cine, me metí en un especie de DeLorean y viajé unos veinte años hacia el pasado.
El film es muy noventoso, y en el mal sentido de la palabra.
Hoy en día, los superhéroes son un género cinematográfico en sí mismo, con sus buenas películas y con sus desastres también, pero Venom le escapa a esto, y atrasa en la materia.
La cinta en un sinsentido tras otro, y con un personaje sin identidad (o con más de una al mismo tiempo).
Sony en su afán de crear un universo cinematográfico compartido, dejó de lado lo más importante: Venom es un villano de Spider-man, y aquí no solo no está, sino que ni existe.
Es en esa contracara que el personaje brilló en los comics en los 80s y 90s gracias a Todd McFarlane, y parece que en el cine nunca va a llegar a un buen lugar. Para ello hay que recordar el antecedente de Spider-man 3 (2007), donde Venom parecía salido de otra película.
Ruben Fleisher, director de la genial Zombieland (2009), hace entrega de un pastiche inconexo y con pobres efectos especiales. No hay nada bueno para destacar, ni siquiera la labor de los geniales actores a su cargo.
No por culpa de ellos, sino por el pobre guión y falta de ideas. Se nota en todo momento que no hay pasión y que lo hicieron por el cheque. Incluso Michelle Williams aseveró esto (de manera solapada) hace poco en una entrevista.
Tom Hardy, gran actor y de los mejores de su generación, no encuentra nunca el tono para este personaje. Ni muy serio, ni muy en joda, ni muy violento, ni muy simpático. Y todo junto a la vez. Se desdibuja.
¿El villano? Bien, gracias. Sería un insulto para los villanos llamar así al interpretado por Riz Ahmed.
En definitiva, Venom es de lo peor que he visto en materia adaptación de comics, y no le auguro mucho futuro, pese a su escena post créditos.