Araña Negra
En un futuro cercano, o quizás en ese presente alternativo donde suele ubicarse el cine de este género, la humanidad está comenzando la exploración espacial buscando nuevos recursos que explotar y nuevos lugares que colonizar.
Ese es el último y más ambicioso proyecto de la Fundación Vida, corporación privada liderada por el empresario y científico Carlton Drake (Riz Ahmed), quien supo ascender a la fama y fortuna comercializando sus descubrimientos. La película comienza con una de estas expediciones regresando a la Tierra, sin encontrar un nuevo hogar pero sí una nueva forma de vida que momentos antes de ingresar a la atmósfera se libera del encierro y provoca que la nave se estrelle en el sudeste asiático. Uno de los cuatro especímenes escapa, pero el resto son llevados al laboratorio de la Fundación en San Francisco: su capacidad de fusionarse con otras formas de vida es estudiada como el siguiente paso en la trascendencia a la humanidad.
Es en esa misma ciudad donde vive el rebelde y errático periodista de investigación Eddie Brock (Tom Hardy), a quien su jefe le tolera sus desafíos porque tiene éxito con el público. Al menos hasta que incomoda a Carlton durante una entrevista con acusaciones de haber cometido delitos y se ve forzado a despedirlo. Brock pierde todo ante las represalias de Carlton y solo recupera las esperanzas de volver a ponerse en pie al entrar en contacto con uno de estas formas de vida extraterrestres y recibir habilidades superhumanas.
Hambre de más
Desde la sinopsis Venom es una clásica historia de origen, y como tal enfrenta el mismo problema que suelen tener esas historias: lograr presentar personajes que tienen años de historias publicadas en papel de forma ágil, sin que estorben con la trama de la película. Para esto se toma cuarenta minutos de explicaciones que -por más que cambian un poco el canon- fácilmente podrían haber sido menos; sobre todo eran ahorrables las escenas que insisten con remarcar varias veces el egoísmo de Eddie o la megalomanía de Carlton Drake, rasgos que se entienden a la primera.
También sobran muchas escenas sobre los experimentos para descubrir la naturaleza de los simbiontes, porque cuando finalmente necesitan dar algún dato importante simplemente alguien lo dice de forma directa y explícita. Más de una vez, incluso. La información innecesaria se mezcla con la útil, estableciendo reglas poco claras que ignoran cuándo le incomodan en vez de ajustarlas de entrada a lo que va a necesitar después.
Cuando finalmente hace su entrada el dúo protagonista, Eddie Brock pasa por la esperable pero breve fase de descubrir sus nuevas habilidades, con el agregado de descubrir que ahora comparte su cuerpo con una entidad capaz de darle un gran poder pero también de controlarlo.
Una vez establecido ello, comienza la acción con una clásica lucha por la subsistencia. No es del todo increíble que un personaje que acaba de pasar por un cambio tan drástico no tenga inmediatamente una motivación más profunda que la subsistencia, y tanto Eddie como el simbionte llegan al final cambiados tras haber atravesado un conflicto del que no planeaban formar parte. Camino del (anti) héroe de manual, con una ejecución también muy estándar.
La preocupación previa era cómo iban a hacer para dar origen de Venom sin incluir a Spider-Man, pero no parece tan mala decisión. El motivo más obvio es que no hay forma práctica de replicar el origen de los comics, que viene de uno de los grandes crossovers de la editorial. Pero tampoco podían hacer algo tan vago como en la olvidable Spider-Man 3: se necesita una historia de origen sustentable y el camino elegido no está lejos de serlo, si no se cuestiona mucho sobre el misterioso cometa lleno de simbiontes del que unos astronautas logran capturar cuatro sin peligro.
Hubiera funcionado mejor resuelto, de forma más prolija y sólida, pero tampoco es insostenible. Lo que deja con gusto a poco son otras cosas, como la decisión de amagar a hacer una película más oscura y violenta claramente incentivada por el éxito de Deadpool, para quedarse a mitad de camino por no perder el preciado PG13 (algo que no van a poder sostener en una secuela, si van por donde insinúan).
Como resultado queda una trama tan chata como sus personajes, para peor pobremente interpretados, al punto que apenas Tom Hardy roza la corrección. El resto rondan el espectro que va desde olvidables a detestables, con una novia que no puede llevar ni un café con carisma o un villano que nunca genera temor.
Aunque no es el choque de trenes con que lo recibieron, es innegable que todo en Venom se siente tímido, realizado sin cariño por el género. Es claramente una película de segunda línea, un intento tardío de explotar un negocio que ya empieza a mostrar olor a rancio y al que ya no se puede pretender entrar sin correr riesgos. Venomno solo no corre ninguno: tampoco parece haber estado prestando atención a todas las películas con superhéroes que ya se hicieron como para ir un poco más allá con algo nuevo para destacarse.