Verano 1993 (Estiú 1993) es el primer largometraje de la joven cineasta española Carla Simón, que tras la presentación de la misma viene cosechando un éxito nada despreciable y una cantidad importante de premios, de los que se destacan un galardón en Berlín a Mejor Opera Prima, la Biznaga de Oro en el Festival de Málaga, un Goya a Mejor Dirección Novel y, más recientemente, Mejor Opera Prima en los Premios Platino del Cine Iberoamericano.
El personaje central de Verano 1993 es Frida (Laia Artigas), una niña de 6 años a quien se le acaba de morir su madre, que previamente perdió a su padre, y que como consecuencia deberá ir a vivir al campo con una familia adoptiva. La parte positiva de tal penumbrosa situación, es que la familia en cuestión está conformada por sus tíos y su prima, quienes ante la dura instancia optaron por hacerse responsables del cuidado y educación de la pequeña. La nueva vida de Frida no parece tener un escenario amargo, triste o melancólico, incluso con la compañía de su prima menor, que pasará a ser (por razones evidentes), como una hermana, y una compañera de aventuras. No obstante nunca es fácil realizar un duelo, y esto por momentos se percibe en el aire, puesto que no será una tarea simple para Frida adaptarse a un primer verano sin su madre. No tardará entonces en surgir el fuerte carácter de la niña, que pese a la aceptación evidente de su prima y sus tíos, sacará a flote algunas malas costumbres, caprichos y demás comportamientos que pueden entenderse por parte de una niña de su edad, pero que pondrán en evidencia cierta confrontaciones con su nueva familia.
La historia de Verano 1993 tiene una fuerte connotación con sucesos pasados en la infancia misma de Carla Simón, que también perdió a sus padres cuando era niña. Es por eso que se percibe cierto tacto y sensibilidad que la directora española logra poner en velo, con la ayuda de la notable interpretación de la joven Laia Artigas. También colaboran en este sentido las actuaciones tanto de Bruna Cusi, David Verdaguer, como la pequeña María Paula Robles, cumpliendo en los roles de la familia adoptiva. Simón se toma su tiempo para desarrollar ciertos hechos, utilizando gran parte del tiempo fílmico en narrar momentos de ese verano, enfocando en lo referido al entorno, tratando de esa forma hacer llegar al espectador las sensaciones, tanto positivas como negativas, que la protagonista tendrá que transitar, para poder salir adelante. Si bien todo esto es claramente un punto a favor, también vale reconocer que hay pasajes dotados de cierta densidad, que pueden llegar a hacer perder el foco de interés. Quizás la cinta recuerden (o remita) en algún punto el clásico de Carlos Saura Cría Cuervos, que contaba con la sólida actuación de una inolvidable Ana Torrent, y abordaba una temática similar.