Esta es la recreación de un tiempo muy particular. El de una chiquita de seis años que ha quedado huérfana y se enfrenta al dolor de la pérdida, al mismo tiempo que se va adaptando a su nueva vida junto a unos tíos medio desconocidos. La angustia convive con los juegos, y hay que ver cuánto dicen los juegos. Todo, contado con enorme sensibilidad, mucho sentido de la observación y de la poesía cotidiana, y en un estilo muy pudoroso, sin caer en golpes bajos, sin buscar las lágrimas del espectador. La emoción viene por sí sola.
Hay algo más. Quien cuenta todo esto, poniendo el corazón y la entera delicadeza de su alma, es porque lo ha vivido. Es la propia vida de la directora lo que está en la pantalla. Su madre murió de sida cuando ella tenía sólo 6 años. El padre ya había muerto poco antes. Barcelonesa, la criaron los tíos del campo, allá por La Garrotxa, Gerona. Esta es la primera película de Carla Simón, y eso también impresiona, porque además, hasta ahora, sólo había hecho cuatro cortos, uno de ellos en Inglaterra, significativamente llamado "Born Positive". Pero ella no convive con la enfermedad, sino con los recuerdos, que ahora se le suavizan porque ha podido recrearlos de un modo hermoso, y porque la obra ya lleva ganados casi 30 primeros premios, y hasta fue representante española al Oscar, aunque estuviera hablada en catalán y no en español. Ella ganó el Goya a la mejor directora debutante y también la pequeña protagonista Laia Artigas, y quienes hacen de tíos, David Verdaguer y Bruna Cusi, han ganado premios. Todos merecidos.