Retrato de familia
Pocas cinematografías son tan afectas a los retratos de familia (numerosa) como la francesa. Basta recordar que en los últimos tiempos se conocieron films de Arnaud Desplechin (El primer día del resto de nuestras vidas/Un conte de Noël) y Olivier Assayas (Las horas del verano) -por citar sólo un par- que apostaban a la mirada coral para describir delicias y miserias de la vida en común.
En esa misma línea se ubica Verano de ’79, nostálgica, tragicómica y querible mirada a un día en la vida de una gran familia (abuelos, hijos y nietos) que se reúne en una granja para celebrar el cumpleaños de la matriarca (Bernardette Lafont).
Julie Delpy, que se reserva uno de los papeles principales dentro del numeroso elenco, escribió y dirigió esta película que contrapone con más aciertos que traspiés la idiosincrasia urbana con la pueblerina, la de los intelectuales un poco arrogantes con la de los simples trabajadores, la rigidez de los adultos con el desprejuicio y la inocencia de los niños, y un largo etcétera.
La primera mitad transcurre durante el asado de celebración y tiene a la palabra como principal herramienta (habrá también comida, canto y baile). Los personajes se reencuentran y nosotros los empezamos a conocer. Hay desde ex militantes izquierdistas del Mayo del ‘68 hasta veteranos de Argelia bien derechistas. Las tensiones no tardan en aparecer y, claro, en explotar.
Sin embargo, durante la segunda parte, Delpy se anima a romper con la veta más “Campanelli/Esperando la carroza” (léase costumbrismo y patetismo) para concentrarse en las experiencias de los preadolescentes, que están en plena explosión hormonal, enfrascados en juegos eróticos y primeros escarceos amorosos. Albertine, la hija de 11 años del matrimonio “intelectual” entre Delpy y Eric Elmosnino, es quien gana protagonismo en esta segunda mitad, y la veremos bailar lento con un chico lindo que le gusta para a los pocos minutos decepcionarse al darse cuenta de que él ya tiene novia.
Hay situaciones más sutiles y otras un poco obvias y demasiado subrayadas (sobre todo aquellas que desnudan los prejuicios e hipocresías de los adultos), pero en general Verano del ’79 mantiene un tono leve, ligero, simpático y atractivo en su retrato de las diferencias generacionales (con los niños jugando a ser adultos y los adultos comportándose como niños). Con el aporte de un muy buen reparto (por allí aparecen desde Noémie Lvovsky hasta Emmanuelle Riva) y a partir de escenas casi siempre logradas en las que aflora el humor negro (la playa nudista), Delpy ratifica que lo suyo no es sólo la actuación. Mientras la esperamos junto a Ethan Hawke en Antes de la medianoche, cierre de la trilogía de Richard Linklater, vale la pena acercarse a esta nueva demostración de su talento y sensibilidad.