Después de Dos días en París y de este film, no caben dudas de que la también actriz Julie Delpy es una gran realizadora. Esta es una historia de encuentro familiar multitudinario, que transcurre cuando cundía en el mundo la paranoia de que el Skylab, ese armatoste espacial, podía caer en la campiña francesa, justamente donde transcurre la historia. Pero en lugar de hablarnos de las rencillas familiares o caer en el grotesco subrayado, la adopción del punto de vista de una nena de 10 años transforma todo en otra cosa, en una historia que toma las dimensiones de lo fantástico y lo cómico, de lo maravilloso y lo colorido. La mirada de Delpy busca aquello que no ha sido retratado por el lugar común, y genera un relato cálido, como si el film fuera un hogar para el espectador, al que no le falta la ironía ni la acidez, pero no se excede en esos sabores. Sin la complicidad de un elenco perfecto y de un ambiente que recuerda la gran Milou en Mai de Louis Malle (pero con más diente, dicho sea de paso), un film puro corazón.