Blumhouse encontró un nicho hace cerca de una década y desde entonces lo explota con éxito absoluto. Mientras los estudios se devanan los sesos para conseguir la próxima franquicia multimillonaria o definir qué clásico del pasado se puede relanzar para el público millenial, la gente de Jason Blum produce cine de terror de calidad y de muy bajo presupuesto, que genera cuantiosas ganancias en la taquilla mundial. Son contados los casos en los que un proyecto de la compañía no ha recuperado y multiplicado sus costos, así como también son pocos los títulos con su sello que se estrenan en nuestras salas y son decididamente pobres. Truth or Dare es uno de estos últimos.