Cuando uno ve las generaciones que no vivieron en carne propia el golpe militar de 1976 en nuestro país, siente siempre la necesidad de transmitirles lo que sucedió, de manera vívida y concreta, para funcionar como memoria activa de un hecho que no debemos dejar que se repita. Los pueblos, dicen todos, deben recordar quienes lastimaron su trama social y obrar en consecuencia para protegerse. Las palabras son útiles, los relatos orales también,... Pero a veces la contundencia de una narración fílmica se impone como medio para transmitir memoria, esa que no debemos perder y en la que hay que trabajar mucho.
Dicho esto, no es fácil abordar la crítica de una película sobre la vida de Estela Carlotto, Presidenta de Madres de Plaza de Mayo. Es una figura central en la historia argentina moderna. Reconocida mundialmente por su lucha, esta asociación se ha destacado por haberse enfrentado a lo más nefasto de su tiempo y haberse impuesto en su tenaz contienda. Para los más jóvenes, Carlotto junto a otras madres (y abuelas), hicieron caminatas enfrente mismo de la Casa de Gobierno donde los genocidas residían para clamar por justicia y conocer el destino de sus hijos desaparecidos. 30000 fueron y Carlotto perdió en esa triste etapa a una hija físicamente y a su nieto, a quien sigue buscando desde esos años.
La película de Nicolás Gil Lavedra es simple, esquemática y no presenta mucha sorpresa. Evita el manejo de archivo y se centra en mostrar la transformación, lenta pero sostenida, de Estela (Susú Percoraro) de directora de escuela y madraza en líder de los derechos humanos en nuestro país. Cuando la película arranca, Estela y su familia viven los meses previos al Golpe de Estado en estado febril: una de sus hijas, Laura (Inés Efrón), milita activamente en el peronismo de izquierda y su activismo la hace señalada por los servicios. Su padre, el "tano" (Alejandro Awada), la cuida como puede, pero sabe que la situación va a complicarse aunque intenta extremar las medidas necesarias para su seguridad. Todo es en vano, como ya todos sabemos, su hija será una desaparecida más.
Pero no solo eso, la hija de Carlotto estaba embarazada en el momento de su detención (clandestina), por lo que los militares esperaron que tuviera su hijo para arrebatárselo, y luego matarla, como tantos otros casos de robos de bebés enmarcados en ese sistemático y maquiavélico plan.
El film, decíamos, empieza con esos años y continúa hasta nuestros días, aunque lo más jugoso (en términos cinematográficos e históricos, diría), se encuentra en la lucha de esa familia por sostenerse en pie y cuidarse en aquellos oscuros días de nuestra patria. Es tan fuerte lo que uno ve (sobre todo para quienes lo vivimos), que es difícil despegar esta cinta de lo que significa para el espectador. Es la historia de una madre buscando justicia, pero también es el relato de un pueblo que no quiere olvidar, no debe olvidar el tiempo en que le arrebataron sus sueños de progreso y le mataron una generación rica en ideas y convicciones. Eso moviliza. Desde la butaca, se siente la atmósfera espesa y se evoca mentalmente, cada segmento desde lo cronológico y factual con dureza: esto es un golpe al corazón, pero hay que verlo.
El guión es quizás el punto más flaco de la película, siendo que hay aspectos centrales en la vida de Estela que quedan dejados de lado. Esta bien, siempre serán un recorte, pero en esta ocasión, se busca darle vuelo a la figura humana de la líder y no a sus actividades como defensora de los derechos humanos, visión que a veces se centra demasiado en lo doméstico (más de lo necesario) y pierde de vista la interaccion con sus compañeras de lucha, que aparece poco y con muchos saltos narrativos. Los secundarios se lucen en sus roles, (Laura Novoa entre las más desatacadas) pero como producto final, uno tiene que decir que el film muestra un lado flaco: es una tendencia a no terminar de construir el perfil público de Estela, cuestión que al público le interesa y mucho.
Es decir, promediando la cinta ya tenemos claro que clase de persona ella es, (Susú Percoraro hace una enorme composición) pero su obra trascendente, el cómo nació Madres de Plaza de Mayo como institución pionera en este tipo de lucha contra los crimenes de Lesa Humanidad, está incompleta y nos parece necesaria, para dar un marco más rico al relato que se expone.
Más allá de eso, "Verdades verdaderas" es de esas películas que deben ser vista por alumnos en todos los establecimientos educativos del país. Su labor, su mensaje, vas más allá del producto fílmico, sino que es memoria activa de una tramo vital para entender nuestra historia moderna.
Desde ese punto de vista, es de visión obligada