Actrices desde los poros.
El derrotero festivalero de este segundo opus del realizador brasileño Charly Braun (ver entrevista) ahora lo trae por estos pagos para un estreno comercial y con la esperanza que el público argentino acompañe, más que nada por tratarse de una ficción, con ribetes de documental, que gira en torno a la experiencia de dos actrices jóvenes que buscan perfeccionar sus técnicas de actuación en Rusia para aprender las técnicas de Stanislavski.
En ese viaje, que no es iniciático en términos formales pero que incorpora la idea de transformación y metamorfosis entre actuación, personajes, personas, vida real, el cruce con otros actores provenientes de distintas geografías abre un abanico a la comunicación no verbal y también a los problemas de la incomunicación.
El pretexto de la obra La gaviota, clásico de la dramaturgia si los hay, es utilizado como recurso metalinguístico para escarbar en la psicología de ambas actrices y en la dualidad que experimentan al componer personajes femeninos con los cuales procuran identificarse, a la vez que despojarse de sus ropajes para encontrar la identidad propia.
Los miedos, los celos, las envidias y la batalla de egos se dejan afuera de los ensayos en las tablas para acaparar toda la energía en el afuera, con un entorno distante y a veces hostil que confronta a estas actrices con sus propios fantasmas, vulnerabilidades, deseos y el instinto actoral a flor de piel.
Vermelho Russo, coescrito e inspirado en el diario de viaje de Martha Nowill -ganador del premio a mejor guión en el Festival de Río- hace del cine una herramienta para captar emociones y del teatro la mejor manera de reflejar los procesos de actuación y representación de historias que deben hacerse creíbles para ser eficaces, más allá de la subjetividad de quienes las interpretan o escriban, más allá de los ojos que observan y juzgan cada centímetro del movimiento o silencio del alma.