Cuando la vida vale la pena, según Paulo Coelho
"Veronika decide morir", la exitosa y cruda novela del escritor carioca, tiene su versión en la pantalla, con una destacada labor de Sarah Michelle Gellar, que encara con creces su primera labor dramática tras una carrera irregular.
"Veronika decide morir" es un título audaz, contundente y disuasivo. Además de ser conocido por los lectores y seguidores de las novelas del brasileño Paulo Coelho.
Mañana llega a la pantalla grande esta adaptación que tiene todos los condimentos para atraer al público, pero también para frenarlo en el umbral, y que en la boletería lo piense dos veces... Porque cuánta gente hay que sólo va al cine en busca de una mera distracción, una historia light, sin compromisos, mensajes subliminales ni golpes al hígado.
Casi doscientos mil ejemplares vendió sólo en Argentina este libro (de 1998) del escritor carioca, que tiene 18 publicados y casi 100 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo. Guste o no, Coelho es un referente, por lo tanto, se estima que el film de la joven Emily Young concentrará miles de adeptos.
Como bien dice el título, el film arranca con una muerte, o más bien un serio intento por dejar este cruel mundo. A la veinteañera Veronika, bella, con casa propia y un sueldo anual de 75 mil dólares, vivir la vida le resulta un puñal en el estómago. Su infelicidad la arrincona contra las cuerdas. Esta realidad que sólo admite exitosos la abruma, la excluye, por lo que elige la salida más sencilla para su vacío existencial: un cóctel de pastillas... y listo. Pero no: tras un coma farmacológico de dos semanas, despierta en una clínica psiquiátrica.
SALTO DE CALIDAD
"¡Me encantó la película, superó mis expectativas! Qué bien está esa chica... Sarah". Las palabras corresponden al propio Coelho.
Y Sarah es la cazavampiros más famosa, Sarah Michelle Gellar, la norteamericana de 33 años, conocida por trabajos más bien de poca monta: la serie televisiva "Buffy", las películas pochocleras "Scream", "Juegos sexuales", "Sé lo que hicieron el verano pasado" y una para chicos, "Scooby Doo". Ojo, no le fue mal; de hecho, cosechó innumerables fans, pero la rubia, cansada de cierta chatura profesional, necesitaba un cambio de rumbo, un volantazo, como señaló. Y cayó del cielo la propuesta para "Veronika decide morir", a partir de la renuncia a último momento de la colega Kate Bosworth.
Es justo decir que Gellar nunca tuvo la chance de cumplir como "actriz seria", dado que quedó encasillada en series y películas de terror.
Por lo que la jugada de los productores fue arriesgada y como toda impensada apuesta, los resultados fueron satisfactorios.
Sarah logra con la bipolar Veronika el papel más importante de su trayectoria, plasmando una ductilidad convincente. Y doble mérito para la actriz neoyorkina, recientemente madre primeriza, que fue señalada por un portal de internet como una de las cinco peores intérpretes de la década, junto a Paris Hilton, Miley Cyrus, Jennifer Love Hewitt y Renée Zellweger.
Un verdadero desafío representó "su" Veronika: mente, corazón y espíritu se alteran ante cada vivencia dentro del psiquiátrico, donde, contra todos los pronósticos, se enamora mientras espera el desenlace. Porque los médicos no son optimistas.
Si bien es una película, y hay cosas que podrían haberse depurado, la directora logra una interesante metamorfosis en su personaje central. Del desprecio hacia la vida y hacia sus perplejos padres, a las inesperadas ganas de disfrutar las últimas horas...
No faltan frases de diván y efectivas, como "No vale la pena dejar esta vida sin saber cuán lejos se puede llegar", o "Hemos reemplazado las emociones por el temor que nos gobierna".
"Veronika decide morir" -que debería ser restringida no para menores de edad, sino para frágiles estados de ánimos- es una reflexión sobre el sentido de la vida y, también, sobre las segundas oportunidades. "El único remedio para un suicida es tener conciencia de la vida". Créditos, se encienden las luces.