Uno de los aciertos de Vértigo (Fall), dirigida por Scott Mann, es que parte de una premisa simple para narrar una desesperante historia de supervivencia. Lo malo es que para conseguir el suspenso, recurre a los trucos de los guiones de fórmula, y las escenas decisivas van de lo predecible a lo inverosímil.
Vértigo justifica el desarrollo de su argumento con motivos poco convincentes. En el prólogo, vemos a Becky (Grace Caroline Currey), a su esposo Dan (Mason Gooding) y a Hunter (Virginia Gardner), la amiga de ambos, escalando las Montañas Rocosas, lo que da pie a que Dan se asuste con el vuelo repentino de un ave y caiga al vacío.
51 semanas después, Becky sigue ahogando sus penas en alcohol sin poder superar la muerte de Dan. El padre de Becky, protagonizado por Jeffrey Dean Morgan, trata de consolarla diciéndole que tiene que reponerse porque la vida continúa, además de deslizar cierto menosprecio por el difunto yerno.
A partir de ahí, vuelve a entrar en escena Hunter, quien le propone a Becky ir hasta una vieja antena de televisión, de más de 600 metros, ubicada en el medio de un desierto. La idea no solo es ir a vivir una aventura extrema para recuperar los ánimos de Becky, sino también ir a arrojar las cenizas de Dan.
La arriesgada experiencia que Hunter quiere cumplir es para que su amiga Becky vuelva a confiar en ella misma, ya que eso es lo que hubiese querido Dan. Este motivo sirve también para que la película despliegue su mensaje: la vida es corta y, por lo tanto, hay que vivirla intensamente.
La vieja y oxidada estructura de la antena de televisión B-67 las espera erguida en el medio de la nada y a pleno sol, lo cual queda establecido su fuerte componente simbólico: una estructura fálica que vertebra el subtexto de la película. Bien se podría sostener que Vértigo se trata de dos amigas que intentan calmar las penas y superar la muerte de un hombre aferrándose a una enorme antena erecta.
Becky se muestra temerosa y duda de la hazaña que pretende realizar su amiga. Pero se da valor y empieza a escalar despacio, lo cual le permite a la película inyectar sus dosis de suspenso y nervios, con momentos que provocan el vértigo que señala el título.
Una vez que las amigas logran llegar a la cima y deciden bajar, las cosas se complican porque la escalera de la antena se viene abajo. Para colmo, pierden la señal de sus celulares y no ven a nadie cerca para pedir ayuda. Y esto es solo el comienzo de la pesadilla que vivirán las protagonistas, mientras se revelan secretos que ponen en jaque su amistad.
Si bien la película mantiene la tensión, en los últimos tramos decae el suspenso y se torna repetitiva. Además, Mann introduce giros que atentan contra el tono y el ritmo. Sin dudas, lo más interesante de Vértigo es ver a las dos mujeres desesperadas por bajar de esa imponente e intimidante antena, que funciona como el personaje principal del filme.
Al final se refuerza el mensaje con una voz en off que queda descolocada, porque la película muestra lo contrario de lo que dice. Es decir, si la vida es corta, no hay que desperdiciarla en aventuras suicidas. Sin embargo, la salva el riesgo que asume el director en hacer una película simple y, a la vez, difícil de ejecutar.