El director Scott Mann (también co-escritor junto a Jonathan Frank) nos acorrala con “Vértigo”, film que solo comparte el título -doblado- con el clásico hitchcockiano. Y nada más. Este es un film de supervivencia: dos jóvenes protagonistas corren peligro de vida, atrapadas en lo alto de una torre de radio de 600 metros de altura. En las afueras de la ciudad, sin señal de celular ni medios para abastecerse. El concepto inteligente del avatar sufrido, una vez escalada la torre, deviene prontamente en decisiones o revelaciones que anticipan el cliché más común y corriente. La película toma caminos que no debiera: una mirada bastante pueril y hecha con trazo grueso, respecto a las redes y la conectividad, podría resultar una opción salvadora, burlona o fatal; es libre la elección. Mientras tanto, la elaboración de un trauma cobra una cauce ridículo e inverosímil. Mann pareciera firmar con explícita posdata las cartas con las que juega; recursos remanidos, aunque bien ejecutados, mientras las curvilíneas muchachas desbordan adrenalina. Grace Caroline Currey y Virginia Gardner, entregadas más a la exigencia física que a la línea de diálogo creíble, hacen lo mejor que pueden. Queremos que se salven, lo más pronto posible. Y no solo por empatía. Mejor que todo termine pronto.