A veces la gente se supera a sí misma en el segundo intento, y eso es lo que ocurre en Viaje 2: La Isla Misteriosa, la que viene a ser una seudo secuela de Viaje al Centro de la Tierra (2008). Aquí hay los efectos especiales son más espectaculares, hay mayor cantidad de actores caros contratados y la estupidez llega a niveles alarmantes. Si la primera era mediocre, ésta es una bobada sobrecargada de esteroides, algo así como el Premio Nobel a la Idiotez Cinematográfica.
El guión viene de la mano de Mark y Brian Gunn, hermanos de James (el mismo de Slither y Super), y que parecen haber sacado el número perdedor en el reparto de inteligencia y talento (yo tengo la particular teoría de que, en un grupo de hermanos, siempre sale uno vivo, uno bobo, uno vivo, etc en orden cronológico... pero ése es un tema que trataremos en otro momento). Los Gunn Brothers han creado un delirio tan exagerado e incoherente cuyo unico método de avance es generar disparates cada vez mas grandes a medida que se acerca el final. Comparado con ellos, Michael Bay es un ejemplo de cordura. En cambio aquí hablamos de costosa pornografía CGI: los actores vomitan una cantidad enorme de parlamentos horribles para saltar, a los cinco minutos, a una escena incoherente y saturada de carísimos efectos digitales. ¿Tanto les costaba escribir algo como la gente?. Porque, en el fondo, Viaje 2: La Isla Misteriosa se siente como una de esas películas terribles del canal SyFy, sólo que obscenamente sobreproducida.
La historia ya arranca mal con persecuciones exageradas y pistas traídas de los pelos, las cuales sirven como la excusa más boba, incoherente y gratuita para que los protagonistas crucen medio mundo a menos de 10 minutos de comenzado el filme. El supuesto héroe de la historia es Josh Hutcherson, que en la primera era sobrino de Brendan Fraser y aqui hace de hijastro de Dwayne Johnson. El quía fabrica pistas de cualquier lado - da con el paradero de la Isla Misteriosa cruzando datos del libro de Verne, junto con los de La Isla del Tesoro de Robert Louis Stephenson y Los Viajes de Gulliver, de Jonathan Swift (!!) -, y el bonachón de Johnson pone generosamente su tarjeta de crédito para hacer las pases con él y dejar que el pendex haga el delirio que se le dé la gana. Luego sumamos a Luis Guzman como el desabrido comic relief del viaje, la chichi Vanessa Hudgens (como para calmar las febriles hormonas de Hutcherson), y a Michael Caine (wtf!!) como el abuelo indianajonesco de turno. Se ve que a Caine estaban por cortarle el Gas, ya que tuvo que agarrar el peor papel que alguien le haya ofrecido jamás desde su triste participación en El Enjambre de 1978.
Ciertamente Johnson y Caine intentan ponerle onda, pero el libreto apesta. Esta gente hace proezas fisicas imposibles, cae de distancias gigantescas sin hacerse nada, monta abejas y las manejan mejor que pilotos de Zero japoneses en menos de cinco minutos, escapan de bichos enormes sin despeinarse, y realizan actos de los más inauditos, los cuales terminan por dar resultado. En un momento estos botarates llegan al Nautilus (!) y, sin haber manejado nunca la nave, la arreglan e intentan ponerla en marcha. Y, como el motor no tiene chispa, se le presentan dos alternativas: o salen y la empujan (!), o arponean una anguila eléctrica gigante y le pasan parte de su carga al motor (!!!). Algo así como si fuera un móvil de auxilio del Automóvil Club.
En realidad la sensación que me deja todo el filme es la de estar viendo el video de las vacaciones de otro en una especie de Disneylandia mutante. "La próxima atracción: cabalgata aérea en el lomo de las abejas gigantes"; "ahora: paseo por la Atlántida", etc. etc. Para colmo, el libreto lanza un puñado de ideas atroces, como que la Atlántida está enclavada en medio de esa isla (que está en el Pacífico, cuando siempre se afirmó que la Atlántida estaba en el Atlántico... sino, ¿para qué le pusieron ese nombre al océano??), y que la isla emerge y se hunde en el océano cada 140 años (!!!), idiotez mayúscula si las hay, ya que eso significa que todos los siglos el mar mata a todos los bichos gigantes y minúsculos que proliferan en la zona, y que en un siglo y medio deberán regenerarse de cero.
Es imposible contar la cantidad de pavadas que proliferan en el libreto de Viaje 2: La Isla Misteriosa. A Dwayne Johnson y Michael Caine les deben haber ofrecido unos cheques obscenamente abultados para agarrar viaje con esto, que es un engendro sin pies ni cabeza. Yo no creo que se trate de un filme malo: simplemente es sideralmente estúpido, que es una categoría diferente pero igual de indigna.