Venimos acostumbrados a querer abrir nuestras alas y despegar al mundo apenas tenemos una oportunidad, una precoz sensación de independencia. Y casi siempre, en algún momento de nuestro viaje, solemos mirar atrás y recordar con cariño ese hogar que abandonamos y que nunca dejamos de extrañar. En un mundo definido por un ritmo frenético, que no se detiene, que las relaciones interpersonales suelen ser cada vez menos profundas y duraderas; en un mundo así de enajenado nos llega este relato de una madre e hija en un pequeño pueblo y un intenso lazo entre ambas que tambalea, se transforma, cambia y evoluciona a medida que aparece la impronta de la emancipación.