Una vida de cinco estrellas
"Paso el 90 por ciento de mi vida en lugares como este, pretendiendo ser quien no soy". Así lo declara Irene, la protagonista de "Viajo sola", tercera película de Maria Sole Tognazzi. El personaje, a cargo de Margherita Buy, lleva una vida de lujo. Viaja por el mundo y se hospeda en hoteles cinco estrellas. Pero todo tiene sus matices. Siempre miente, así lo afirma, cuando le preguntan cuál es su ocupación. Y obviamente, viaja sola, con su kit de inspección: guantes, termómetro, cronómetro, laptop y su mirada crítica. Para conservar los puntos, el hotel debe estar atento tanto desde la perfecta disposición de la vajilla hasta el vestuario, tono y modales de camareros y conserjes.
Ese trabajo lo hace casi sin relacionarse con nadie, prefiere la cortesía y escuchar ("una especie en extinción", se asombra un personaje). Irene eligió esa vida. La disfruta. No quiso tener hijos. Su expareja hoy es su mejor amigo, toda su familia son su hermana y sus sobrinas, con quienes tiene una relación cordial pero distante. Su incomodad existencial con ese estado es tangencial y velada hasta que conoce a otra pasajera, una antropóloga cuya actitud está en las antípodas de su estilo de vida.
Con un guión elaborado -por momentos demasiado- y una puesta en escena impecable, la directora e hija de Ugo Tognazzi, construye con inteligencia y sin dramatismo una historia con subtramas que confluyen y cierran hacia el final. La siempre efectiva Margherita Buy -su última película estrenada en Argentina fue "Mia madre", en un personaje con algunos puntos de contacto- despliega una variedad de matices que Tognazzi aprovecha sin exagerar, y aporta algunos flashes de humor, tan velado como la crisis de Irene.