Lo peor que el cine de superhéroes le hizo al resto fue obligar a que todo género, mito, historia deba, por decreto, “superheorizarse”. O transformarse en una aventura luminosa y rampante, incluso cuando no puede serlo de ninguna manera. Víctor Frankenstein es el segundo intento de darle una vuelta aventurera y fantástica al viejo monstruo: la primera fue Yo, Frankenstein que quería ser origen de una serie y por suerte se quedó en eso. Pues bien, aquí lo más probable es que suceda lo mismo. No puede dejar de admirarse la ironía de que, formalmente, la película sea una criatura formada de recortes de otras. Quizás sea intencional: lo que no es intencional es que esas partes están definitivamente muertas. Víctor e Igor (James MacAvoy y Daniel Radcliffe supliendo con vértigo una dirección de actores ausente) son Sherlock y Watson, y también Batman y Robin. Ojalá: la trama rocambolesca llena de alusiones “modernas” los vuelve más bien Monty Burns y Smithers. En fin, es lo que hay.