Frankenstein Begins
Frankenstein o el moderno Prometeo fue adaptada al cine en intocables oportunidades y con cientos de variantes. La famosa creación del doctor hizo de todo; viajes temporales, un fugaz paso por la universidad, cruces con un conocido dúo cómico, enfrentamientos con otros monstruos famosos, o un errado devenir en superheroe. Víctor Frankenstein es un nuevo intento por aplicarle un giro a la clásica novela gótica de Mary Shelley, esta vez contada a través de los ojos de su fiel ayudante Igor y centrada en los años de formación del perturbado doctor. La película cae en un terreno extraño, algo similar al de la remake de La Cosa hace algunos años atrás. Es una precuela pero al mismo tiempo toma y adapta muchos elementos y momentos de la novela original, y al igual que el monstruo creado por Victor se va construyendo con partes de diferentes cuerpos, algunas (pocas) que resultan una novedad, y otras ya vistas en distintas películas.
Basada en una idea original de Max Landis (Operación Ultra), la nueva historia se centra en el ascenso del Dr. Frankenstein. Luego de liberarlo de un circo en el que era constantemente abusado física y mentalmente, Igor (un jorobado con talento natural para la medicina) se convierte en su fiel ayudante y juntos llevarán a cabo una innovadora investigación que podría cambiar al mundo para siempre: transformar a la muerte en un estado reversible. Este controversial experimento los pondrá en la mira de Scotland Yard y del Inspector Turpin, un oficial con fuertes raíces católicas que lo considera un sacrilegio. Al mismo tiempo, Igor será testigo de la creciente obsesión del doctor que lo termina dejando al borde de la locura.
No es necesario dejar avanzar más de unos pocos minutos para darnos cuenta que la intención de Fox es convertir a Victor Frankenstein en su Sherlock Holmes, más específicamente la versión de Guy Ritchie del personaje, en la que Robert Downey Jr. interpretaba al sagaz detective y Jude Law era Watson, y que tan buen negocio resultó para Warner hace unos años. Por eso no anduvieron por vueltas y buscaron a Paul McGuigan, un director que ya había imitado el estilo de Ritchie en 7, El Número Equivocado o Gangster No. 1 y que aquí vuelve para intentarlo una vez más. ¿El resultado? Una película sin personalidad, por momentos aburrida, que a pesar de contar una historia novedosa inexplicablemente recorre caminos ya transitados, que nunca profundiza en ninguna de sus temáticas y donde incluso sin lucirse, son las interpretaciones de su elenco principal el punto más alto del film.
Daniel Radcliffe y James McAvoy sin dudas tienen una buena química juntos y componen interesantes personajes también por separado. Radcliffe como un ser vulnerable que recién se abre al mundo luego de pasar años encerrados en un circo y McAvoy como un médico que desciende lentamente por un especial de obsesión y locura. Ambos entregan buenas interpretaciones ayudados por un guión que se toma su tiempo (quizás demasiado) desarrollando estos personajes. Desgraciadamente no podemos decir lo mismo del antagonista de la historia, el inspector Inspector Turpin interpretado por Andrew Scott, un personaje que se queda a mitad de camino a pesar de tener alguno de los conflicto más interesantes que plantea la película, ya que su motivación es la fe en Dios pero nunca se explora a fondo el dilema de la religión contra la ciencia. Aunque peor aún es lo que sucede con Lorelei (Jessica Brown Findlay), el interés romántico de Igor, que queda completamente relegada de la historia y ni siquiera funciona como obstáculo entre el doctor y su ayudante, algo que se plantea en un principio pero es prontamente olvidado.
Conclusión
Victor Frankenstein es una buena idea que falla en su ejecución, ya que McGuigan nunca encuentra la forma de hacer una película con vuelvo propio. Incluso lo que el director plantea como una novedad para darle un giro moderno a una vieja historia, es algo que ya se hizo en otras oportunidades y aquí se siente lisa y llanamente como una imitación. Daniel Radcliffe y James McAvoy han sabido tener mejores papeles, pero dentro de una cinta mediocre son lo más digno de rescatar. Entre interesantes temáticas a medio explorar y una sub-trama romántica que no funciona, no es muy difícil llegar a aburrirse. Esto se intenta contrarrestar con algunas escenas de acción y aventura que nunca se sienten como parte de la película, y que solo suman más confusión a un relato que nunca parece tener en claro lo que quiere ser o contar. Al menos, hay una divertida referencia a El Joven Frankenstein de Mel Brooks.