Un cuento de amor, de locura, y de volver de la muerte
El año pasado se estrenó Drácula: La Historia Jamás Contada (Dracula Untold), en esa revisión de un clásico del terror, se desarrollaba su origen para decir que en definitiva, no era el monstruo que supimos temer. Para peor, en el intento de modernizarlo, lo transfiguraron en una especie de hombre con superpoderes, más X-Men que demonio. Una película de acción perdida entre el horror y el blockbuster desalmado. Mucha espectacularidad, poco cine.
En este caso le toca a otro de los personajes míticos del género: Frankenstein. Y como no podía ser de otra manera, se busca un ángulo mínimamente novedoso: la relación entre Igor (Daniel Radcliffe/Harry Potter) y Victor Frankenstein (James McAvoy/Charles Xavier).
Este modelo 2015 tiene aciertos y defectos. Por fortuna, lo disfrutable supera lo irritante. Quizás porque hasta en esas fallas existe un espíritu desatado. Sostenido desde un Victor (McAvoy) descarriado. Existe una conciencia del exceso, de estar revisitando lo ya visto un centenar de veces. Es cierto, la historia mete personajes que se pierden en medio de tanta electricidad y nigromancia, también hay ideas redundantes (ciencia vs religión se verbaliza hasta el hartazgo) y también hay una vuelta psicológica fútil e innecesaria, pero entrega una aventura, algo para nada despreciable.
Lo más destacables de Victor Frankenstein es la dupla protagonista.
Con una idea similar a la de Mujer Bonita (Pretty Woman, 1990), el acomodado Víctor le da una oportunidad al caído en desgracia. Aquí Victor rescata al bufón del circo porque “sabe de medicina”. ¿Entonces qué sucede? Le quita la joroba (en un momento de lectura sexual ingenioso), lo transforma en un señorito inglés, le da nombre. Ahora es Igor. Juntos se abocaran a la creación de Frankenstein. Los persigue un detective, fanático religiosos acertadamente interpretado por Andrew Scott. La obsesión del agente tiene origen en ver en la pareja una afrenta contra de Dios. Ellos y la espera del nacimiento de su hijo monstruo son nuestro alimento durante casi dos horas.
Lo más destacables es la dupla protagonista. La relación homoerótica entre Víctor e Igor tiene química y atrevimiento. Ese vínculo entrega lo mejor de este aggiornamiento monstruoso. A través de esa vertiente, el film se desliza hacía el tratamiento de tensión sexual a lo Sherlock Holmes de Guy Ritchie (con Robert Downey Jr. y Jude Law). Con esta también tiene parentesco por cómo deciden mostrar la acción y lo espectacular, comparten la necesidad reinante de que todo explote y sea vertiginoso para dar la idea (errónea) de diversión. Por fortuna no se ahoga en ese modelo, dejando lugar para el desarrollo de la relación de los protagonistas. Y menos mal que lo hace, McAvoy y Radcliffe son clave para que funcione este viaje de terrores y elucubraciones llamado Victor Frankenstein.