El director de SABADO (además de productor y ex crítico de cine) vuelve a ponerse detrás de las cámaras en este documental que –un poco como sucede con la también estrenada en BAFICI, GUIDO MODELS— también se mete en el arriesgado universo del retrato de personajes un poco “fuera de norma” y también sale airoso, eligiendo una perspectiva similar: retratar desde el respeto y el cariño real por el personaje en cuestión.
Victoria es una cantante de tangos y folclore excepcional que nunca ha logrado un gran éxito con su carrera profesional, más allá de haber sacado algunos discos y de presentarse en vivo durante años en varios bares y reductos musicales. El filme la sigue en su vida cotidiana –muchas veces cantando de entrecasa– y ocupándose de su carrera pero más que nada de los quehaceres normales de cualquier ama de casa que trabaja y tiene una familia.
Por esas cuestiones del destino –o porque Victoria no da con la imagen apropiada, debido a un ligero defecto físico que no dificulta para nada sus condiciones como vocalista–, el éxito le ha pasado de largo, pero el filme sirve no solo para conocer su talento sino para analizar las luchas verdaderas de miles y miles de personas con condiciones y vocación para distintas carreras artísticas y que tienen muchas veces que relegarlas, dejarlas en segundo lugar o transformarlas en hobbies para vivir de otra cosa. Victoria, que enfrenta esas dificultades con entereza y no pierde jamás la alegría de cantar aunque solo sea para un grupo de amigos, es uno de los más grandes y generosos personajes del cine de este año. (Crítica publicada durante BAFICI 2015)