Luego de varias ficciones de calidad, Juan Villegas (no deben perderse ni "Sábado" ni "Los suicidas", dicho sea de paso) decide incursionar en el documental, esta vez ya no como productor, sino cómo hombre detrás de las cámaras. Y elige como sujeto de observación a una artista en crecimiento, mimada de la crítica especializada, que aún no ha llegado a una popularidad que le permita un pasar más relajado, Victoria Morán.
Como ella es una cantante de pura cepa, el ejercicio de seguirla en sus actividades, es más interesante de lo que parece. Claro, no esperen la vida de una diva. Ella es una mujer como cualquier otra, atravesada por sus inquietudes, deseos y responsabilidades diarias (domésticas, incluso), que desea trascender en el mundo de la música. Y su fan número 1 esta vez será Villegas.
Juan hace un registro austero, medido y curioso del devenir de una figura que quizás, en un futuro cercano, sea más conocida para el gran público. Por el momento, sabemos que su voz es cautivadora, que brilla en los espacios que transita y que su sello es, su convicción como artista.
Este es un documental donde todo se ofrece con naturalidad, pleno de cadencia, tangos y una voz que conmueve. Sí, Victoria es una artista con buen repertorio y lo sabemos. Aquí, estaremos junto a ella viendo su vínculo con su medio de una manera confortable y relajada. Todo lo que se ve aquí, define su realidad y nos ubica bastante en las posibilidades que conlleva intentar vivir de lo que uno ama.
Villegas demuestra que transfiere esa sensibilidad que logra imprimir a sus films a una producción documental sin mayores inconvenientes. Utiliza mínimos recursos de personal, pero cuenta con Manuel Ferrari (quien hace un trabajo fundamental a la hora del montaje) y hace de su realización, un film muy disfrutable que hay que tener en cuenta.