Yo soy tu amigo fiel
Tanto el director Frears como Judi Dench saben exprimirle jugo a un cruce de culturas.
A Stephen Frears, lejanos los tiempos en que rodaba gemas como Ropa limpia, negocios sucios (1985), le gustan las historias que transcurren entre gente de alta alcurnia (Florence: la mejor peor de todas). Pero sí ha sabido mantener el tema de las diferencias culturales, choquen o no.
Victoria y Abdul vuelve a tenerlo por el Palacio de Buckingham, como en La reina, y Judi Dench vuelve a ser la reina Victoria, como hace 20 años en Su Majestad, Sra. Brown. Meras coincidencias, director e intérprete saben cómo exprimirle jugo a una amistad impensada, a un cruce de culturas y a cierta xenofobia y prejuicios muy, pero muy british.
La reina Victoria, que suele dormirse en las recepciones, sentada a la cabecera de la mesa principal, conoce a Abdul, súbdito de la India a quien le encargan presentarle una moneda hindú en su honor, por la festividad de Koh-i-Noor. El no debía mirarla a los ojos, pero, claro, lo hace. Y lo que nace allí es una inesperada amistad.
“Yo soy tu reina”, y “yo soy su munshi”, su maestro espiritual, pasan a ser las palabras que, con afecto, se destinan. Cómo un hindú, musulmán, puede pasar a integrarse como miembro de la Casa real, y ambos se protegerán hasta donde puedan, rodeados de buitres en la Corte -sean éstos desde el príncipe heredero “Bertie”, o quien fuere-.
La película del realizador de Alta fidelidad y Relaciones peligrosas marca las afinidades personales y cómo dos seres que en apariencia no tendrían mucho en común, terminan siendo casi como almas gemelas.
Le falta, eso sí, un paso menos drástico entre la comedia y el drama, sobre todo en los momentos en que lo trágico parece apoderarse de la trama ensombreciendo el candor hasta hace poco concedía. Pero tanto Dench como Ali Fazal (uno de los 10 actores para observar del año, según Variety) logran una comunión entre sí, y con el espectador, única.