Panem et circenses
El 80 % de la población italiana se informa a través de la televisión. El presidente de la televisión es también el presidente del país. Silvio Berlusconi maneja tres canales privados y también el del estado, además de varios grupos editoriales. El proceso de alienación iniciado hace décadas, cuando en los comienzos de la tv privada italiana salía al aire un programa de concursos que daba como premio el strip tease de una señorita enmascarada, se fue acentuando hasta colocar a su máximo hacedor en el poder supremo de la república.
Todos los que más de una vez nos preguntamos por qué en la televisión italiana siempre hay bellas mujeres al frente de programas que pueden ser políticos, de entretenimiento o de fútbol, encontraremos en este documental algo cercano a una respuesta. La utilización de la belleza femenina como artilugio para atraer a una audiencia machista y retrógrada, sumada a la inacción social frente a ese destrato, acabaron conformando no sólo una tv vaciada de contenido, pasatista y estupidizante, sino también a una sociedad a su medida.
Es que no hay otra forma de comprender el hecho de que un sujeto como Berlusconi no sólo haya llegado al poder sino que además se mantenga en él. Este documental de clara factura, se centra en tres personajes, cada uno de ellos, se podría decir, un vértice del triángulo mediático que alimenta al monstruo.
Ricky es un pavote de 26 años que aún vive con su madre, fanático de Bruce Lee y Ricky Martin; anhela ser famoso porque según él es la única manera de ser alguien en la vida. Se presenta a todos los castings que puede, acaba como público en los shows televisivos y espera su oportunidad para demostrar que pude ser una "Van Damme que canta".
Lele Mora es uno de los sujetos más influyentes en el mundo del espectáculo italiano. Fascista confeso, admirador de Mussolini -tiene como ringtones sus marchas- amanerado y millonario, es además hombre de confianza de Berlusconi, de hecho es quien le habilita las chicas para que el presidente haga sus famosas fiestas privadas.
Por último, Fabrizio Corona. Un pillo. Extorsionador profesional dedicado a capturar en fotografías aquello que los famosos quieren ocultar. Maneja a los papparazzi y negocia con el poder. Este personaje en particular nos da una lección clara y contundente acerca de por qué el público es como es. Nos dice lo que todos sabemos pero queremos negar. Corona aprovecha las oportunidades, y se aprovecha de ese público que está ahí, regalado.
En tiempos de "Gran Hermano", Ricardo Fort, peleas mediáticas e intentos por parte del gobierno local en hacernos creer que somos presas de un monopolio mediático, es bueno ver este documental que muestra a un monopolio real, equiparable en poder al mexicano de Televisa, para reconocer también lo que nos pasa en nuestra sociedad, evaluar qué tan lejos estamos de la italiana y estar atentos para defendernos de lo que podría venir, desde lo privado o lo estatal. O las dos cosas.