Berlusconi y los ojos de videotape
El documental de Gandini no se circunscribe únicamente a narrar el pasado y la actualidad mediática de Silvio Berlusconi, sino también, los cambios que se produjeron en las últimas tres décadas en la RAI y, por extensión, el poder avasallante de la televisión y el inmediato convencimiento de la masa.
Los materiales a los que recurre el director (y que manipula a gusto y placer) toman como eje al mandamás italiano, pero también recorre la vida de otros personajes públicos, por ejemplo, el paparazzi Fabrizio Corona, un fotógrafo que chantajea gente famosa y que a través de su particular profesión puede provocar el derrumbe o el triunfo de cualquiera.
La dosis de humor está presente en una publicidad de tres minutos, en que mujeres de diversas edades entonan una canción alabando a Berlusconi, en tanto, la gravedad del asunto se confirma en los créditos finales, donde se dan a conocer números que ya de por sí intimidan: la poca libertad de prensa que existe en Italia y, el horror mismo: el 80% de la población confía en aquello que la televisión comunica.
Más allá de su rutinaria formato y de su limitado alcance cinematográfico, Videocracy estimula la polémica, el enojo, el fastidio, acaso la irritación, y no solamente por los planos cercanos de la dentadura perfecta y la sonrisa permanente del padrino Silvio. Podría plantearse, por qué no, una versión argentina sobre el poder de la televisión y sus monopolios mediáticos-políticos: cualquier parecido con Videocracy (no) sería producto de la casualidad.