Berlusconilandia
A pesar del análisis superficial sobre la figura del primer ministro Silvio Berlusconi, propietario actual de casi el 90% de los medios masivos de comunicación italianos, Videocracy es un documental del realizador Erik Gandini que como suele ocurrir dentro de la dialéctica de la polémica fue vetado por Berlusconi al considerarlo como un film político y perjudicial para la televisión estatal.
Sin pecar de ingenuos, cabe decir que para este magnate no hay escándalo que pueda quitarle el sueño y que si realmente se hubiese visto perjudicado por este documento la suerte de su realizador hubiese sido otra. El argumento poco convincente del mandatario italiano deja en claro su idea de lo que significa el poder en relación a la palabra política como algo peligroso, dejando manifiesta una ideología que se ampara en el totalitarismo bajo el falso rótulo de democracia, en plena campaña de censura a la libertad de expresión.
Lo que sí queda claro, aportando interesantes archivos televisivos recogidos por el documentalista desde los años 70 hasta la actualidad, es que el modelo cultural de la decadencia italiana comenzó en los tempranos años en que Berlusconi solamente dominaba el aire del canal Tele Torino, una pequeña cadena local italiana que sería el antecedente de lo que se conoció más tarde con la llegada de los realities como Tele Basura.
Ese poderoso empresario de los medios llegó al poder sirviéndose de cuanto programa chatarra y frívolo se tratara e imponiendo una estética concentrada en la voluptuosidad femenina, el ánimo festivo y la introducción del modelo de vida exitoso que millones anhelan para su futuro aún en nuestros días. Pero por otro lado, más allá del retrato de este hombre de sonrisa artificial, el film presenta otros aspectos y personajes relacionados con la farándula televisiva que exponen naturalmente sus miserias frente a la cámara: es el caso de Fabrizio Corona, una suerte de homoeróticus super macho que se ganaba la vida extorsionando celebridades al mostrar fotos comprometedoras y que tras una breve estadía carcelaria se transformó en un mártir que nunca renunció a su cinismo y ambición, pero que no deja de ser un patético representante de la sociedad de consumo europea.
Otro personaje singular es Fabio que se define como el Van Dame italiano, quien denuncia la competencia desleal para figurar en tele cuando pululan en la fauna televisiva chicas lindas y atrevidas dispuestas a todo.
No obstante, más allá del tratamiento y el ritmo televisivo del film resulta evidente la falta de contexto socio político (ningún tema social aparece en juego ni las políticas de Berlusconi para afrontar la crisis) tratándose del presidente de Italia y la contradictoria frivolización que a veces expone en el tratamiento de las temáticas al mostrar un fenómeno cultural de una manera superficial y obvia, sin mayor atractivo que destapar alguna pelusa de decadencia cuando todo indica que la suciedad y la mugre no tiene límites.